Orueta Apezpikuaren, 2,
48009 Bilbao (Vizcaya)
Habitación: 306
Fecha de entrada: 14/03/2018
Tarifa: 93€ (SA)
En el centro administrativo de la ciudad, a un paso de la zona vieja y del Guggenhein encontramos un moderno edificio en granito blanco con grandes ventanales que lo rompen, situado anexo a otro edificio de corte más clásico y en una calle pequeña de circulación restringida. El edificio abre su puerta a la recepción en la planta 3, teniendo un par de plantas hacia arriba y otro par hacia abajo asumiendo el desnivel que en ese lugar ofrece la ciudad.
Un amplio y luminoso hall nos recibe. Techo alto tras las puertas de cristal correderas ubicadas bajo un pequeño techo con el logo del hotel en metálico. Dentro, paredes blancas. A la derecha, en un elegante azul marino, un trozo de pared como de capitoné y un par de butacas. Un paso adelante los dos mostradores de recepción. Exentos, como dos bloques de mármol negro separados. En ellos algunos folletos del hotel. Tras ellos, cuelga de la pared una foto de la ria y sobre ella un enorme pedazo de acero cortén como si fuera un trozo de barco. Lámparas de bola amarillentas cuelgan del techo. La sensación es de modernidad, con algún toque elegante (en los colores), pero también de cierto bullicio. A la izquierda de la entrada se encuentra el bar, y un poco más adelante de la recepción, la enorme barra (generosa y visualmente surtida de pinchos, bocadillos...), quizá demasiado bulliciosa.
En recepción el trato sin más. Al menos es rápido. Da igual haber ingresado los datos en la reserva, da igual el oro de la cadena, da igual... otra vez DNI, tarjeta... Nos asignan la habitación y nos indican su habitación, en la misma planta que la recepción ya que estamos en el nivel calle pero es el piso 0. También nos indica el funcionamiento del wifi que es velocísimo y de sencilla conexión.
Avanzamos unos pasos y llegamos a la zona donde están los dos ascensores de puertas metálicas. Allí mismo una puerta metálica de color azul verdoso nos invita a pasar al pasillo al que se abren las habitaciones. Luces puntuales, atmósfera agradable moqueta en el suelo, mullida y limpia en tonos marrones y rosas. Las paredes en verde azulado y las puertas, poderosas en tono a juego. Los pomos de acero con lector de tarjetas por proximidad.
Tras la pesada puerta mucha luz, artificial. Suelo de madera nueva y limpia. Paredes empapeladas imitando tela en color crudo con elegantes listas azules. A la derecha, antes de la puerta del baño una ranura iluminada en verde para la tarjeta. Botonadura en plástico negro elegante. Un amplio pasillo.
A la derecha, el armario, con dos puertas correderas, una de espejo y la otra empapelada en el mismo tono que el resto de la habitación. Por dentro, en un lado, un colgador con perchas antirrobo y un par de baldas. En el otro, varias baldas, cajones, la caja fuerte, y una gamuza lustrazapatos.
Un par de pasos más adelante llegas al dormitorio. El espacio es grande y generoso. Moderno. Quizá las rayas azules le den un aire especial de elegancia. Allí mismo el display del aire acondicionado. Sencillo: una rueda para elegir la temperatura, y dos botones para seleccionar el encendido y apagado y la potencia. Funciona con eficacia y aunque no hace demasiado ruido, no es posible dormir con él encendido.
A la derecha de la habitación hay un armario negro de madera con el minibar de corto y caro surtido, un par de vasos y una bandeja de cortesía con un hervidor, te, café, y azúcar. Sobre él, un revistero con algunas revistas sobre la ciudad. A continuación un maletero de madera negra y tiras de plástico blancas. Sobre él, un espejo enmarcado en negro. Después, bajo un gran plasma hay una estrecha mesa de trabajo de madera negra con algunos detalles en piel blanca. No resulta muy cómoda porque deja poco espacio para meter las piernas por debajo. Sobre ella hay varios folletos del hotel, dos enchufes disponibles y una silla negra de plástico y metal. En el espacio que hay hasta la ventana hay una butaca comodísima en tono azul y una lámpara de pie baja como de lectura.
A la izquierda del dormitorio están las camas. Dos. Generosas. El colchón es muy cómodo, aunque visualmente aparece algo hundido. Ambas se presentan vestidas en blanco con sábanas y un suave nórdico. Dos almohadas en cada una de distinta dureza y un cojín con detalles en azul. Ambas ubicadas bajo un cabecero de piel blanca en capitoné del que salen dos enormes lámparas de aire retro que permiten una fantástica lectura en la cama. A cada lado sendas mesillas, generosas, en madera negra y piel en tono crudo. Sobre una de ellas hay un enorme y modernísimo teléfono además de un block de notas y un lapicero del hotel. Sobre ambas hay sendas lámparas de noche en cristal de colores y pantallas en tonos crudos que crean una agradable sensación de luz cálida en el espacio. Un montón de interruptores para apagar todas las luces de la habitación y un par de enchufes disponibles para los equipos electrónicos.
El baño también resulta nuevo, limpio y brillante. En mármol y granito negro y blanco. De frente una encimera negra recoge un lavabo blanco con grifería monomando muy cuidada. Aunque su presión es adecuada, su caudal resulta algo escaso y se nota demasiado el difusor de aire. Sobre un metacrilato se ofrecen dos botes de champú, dos de gel y dos pastillas de jabón, todo de buena factura y envasado con el logo de la cadena. Dos vasos de cristal. Sobre la encimera un espejo con marco de madera oscura. Al lado un secador de buena potencia. Junto a las patas metálicas que sostienen la encimera, una papelera de metal.
Por la mañana la salida en recepción es un poco fría y atropellada. Demasiados procesos y demasiado lentos para sacar una factura con unos datos que ya deberían tener. Con tanto clic informático casi ni nos despedimos.
Calidad/precio: 8.5
Servicio: 7Ambiente: 7.5Habitación: 8.5
Baño: 8.5
Estado de conservación: 8.5
Desayuno:
Valoración General: 8