"Merichane era el nombre con el que se conocía a la puta del pueblo. Ese fue mi apodo en el colegio. Tenía 12 años ". Ese es el mensaje con el que acaba el apabullante videoclip de 'Merichane': la honestidad brutal de Zahara.
Se trata del primer single del nuevo disco de la andaluza. Un pelotazo de esos sintes ochenteros que tan bien maneja Martín Perarnau IV (colaborador ya habitual y mitad en _juno), con una letra confesional en la que caben el sexo, la bulimia, el feminismo. Con líneas tan gloriosas como " yo estaba ahí en las oficinas de Universal tragando sermones sobre mi gran potencial ".
Una narración desde su lado oscuro que revela el de los hombres que le han agredido. La crónica de todas aquellas cosas que le han hecho y que nunca ha dicho en voz alta, pero que le han ido formando como persona y, sobre todo, como mujer.
"Merichane soy yo y Merichane somos todas mis historias. He querido contar lo que viví tal y como fue para mí. Llegar a hacerlo no ha sido fácil. He tenido que aceptar y asumir que aquellas historias que viví sucedieron de verdad ", plantea.
Y aún prosigue: "Mantenerlas escondidas no solo no me hacía sentir mejor sino que protegía a las personas que me habían hecho daño. Por eso ahora, en este momento en el que me he visto con fuerza para hacerlo, he decidido compartirlas".
Esta nueva canción es el primer adelanto de su nuevo disco, que se publicará en primavera. Una declaración vital sin concesiones ni censura que ya está disponible en Spotify, Tidal, Deezer y VEVO, y que este viernes llegará al resto de plataformas.
Tras el éxito de 'Hoy la bestia cena en casa', Zahara y Martí Perarnau IV vuelven a asociarse para componer la música de 'Merichane', creada durante el confinamiento. La canción está producida por Martí Perarnau IV, mezclada por Santos Berrocal y masterizada por Gavin Lurssen.
Para la realización del nuevo e impactante videoclip, Zahara ha vuelto a contar con Guillermo Guerrero ('Hoy la bestia cena en casa', 'El fango', 'Con las ganas 2019'...), quien dota de una delicada belleza visual a un relato que se presenta como una confesión, como un necesario grito de desahogo.