Mérida, capital del deporte de aventura II

Por Captainflint

Rafting

Supongo que todo el mundo sabe de qué va esto; un río con una corriente de la hostia y una balsa llena de un puñado de tarados con remos que hacen todo lo posible por no irse a pique. Otra cosa que nunca había hecho. A pesar de que pasé por lugares muy aptos para ello en Perú o en Ecuador, el tema no acabó de cuadrar y se me estaban acabando ya los sitios donde podía hacerlo en este viaje.

El rafting es otra de las cosas populares que hacer en Mérida pero en realidad está un poco metido con calzador allí. Resulta que los sitios donde se hace están bastante a tomar por culo de la ciudad y se tarda media vida en llegar. Es por ello que es una excursión que la suelen vender como de dos días y una noche. Nosotros quisimos hacerlo sólo en un día. Error.

Carne en vara

Nos metieron en un carro incómodo como él sólo (quizás lo único que se le puede reprochar a Gravity), y nos tuvimos que zampar casi siete horas de trayecto hasta llegar al campamento donde se hacía el rafting. Lo único que amenizó el maratón de buseta fue una parada a zampar en un restaurante donde servían carne cocinada al estilo típico del lugar, carne en vara se llama…  El caso es que al final acabamos llegando al río super tarde y con el tiempo justísimo para que no se nos hiciera de noche en el agua.

Pero bueno, allí estábamos por fin, listos para subirnos a aquel bote. Dimitri y Oliver, con su español inexistente, dos venezolanas que no parecían muy deportistas, y yo, de nuevo con el trabajo de traductor asignado. Y es que resulta que la comunicación es fundamental en esto del rafting. En el bote llevas a un guía que va gritando comandos del estilo “remar!”, “parar”, “todos adentro del bote”, “que remen sólo los de la derecha”, y movidas así.

La coordinación entre los pasajeros del bote es fundamental para que el asunto funcione y no las tenía yo todas conmigo al respecto de esto cuando mis buenos amigos gringos no acababan de conseguir memorizar aquello de “derecha” y “izquierda”. El guía se rayaba bastante en el entrenamiento inicial y le faltó llamarnos inútiles. En realidad el rollete sargento de acero formaba parte del guíon y posteriormente le reconocí que aquella actitud exigente era la única forma de conseguir que aquello funcionara.

Equipo rafting

Después de unas vueltas de entrenamiento nos lanzamos corriente abajo, por un río espectacular, plagado de rápidos y de rocas entre medias. El trabajo del guía consistía en decirnos cuando remar, cuando parar, cuando cambiar de lado el peso del bote, cuando meternos dentro…El nuestro en obedecer eso a tiempo. Si no lo conseguíamos acabábamos varados en una roca, o pasando un rápido de la forma que no debíamos.

En una de estas falta de coordinación en el bote, acabamos encallados en una roca. El guía manda a todo el mundo a la izquierda para tratar de salir de allí pero no lo conseguimos. Se me ocurre entonces empujar la roca con mis manos. Lamentable idea. El bote se mueve de pronto bruscamente y tengo a Dimitri encima mía, con lo que he perdido agarre al bote. Me caigo al agua en plena zona de rápidos.

Seguramente ha sido mi momento más tenso en este viaje. La corriente me lleva río abajo a toda hostia inmediatamente y de pronto veo pasar toda mi vida por delante de mis ojos. Veo casi a cámara lenta como me voy precipitando contra esas rocas enormes que brotan del río por todas partes, sin poder parar aquello, sin tener nada a lo que agarrarme.

Empiezo a rebotar de piedra en piedra como una bola haciendo puntos en una máquina de pinball. Y aquello es imparable, no hay forma de salirse. El guía nos había dado instrucciones sobre que hacer en caso de caer al agua. Básicamente poner las rodillas hacia arriba y extender los brazos atrás, pero en aquel momento tan chungo todo eso se te olvida y lo único que quieres es agarrarte a algo que impida que la corriente te siga bajando.

Le oigo a lo lejos gritarme cosas desde el bote pero como paso la mitad del tiempo con la cabeza bajo el agua como que no me acabo de enterar muy bien de lo que me dice. Sigo precipitándome río abajo tratando desesperadamente de agarrarme a todo lo que encuentro pero sin conseguirlo.

Al cabo de unos veinte metros río abajo pasándolo realmente mal, la fuerza de la corriente disminuye un poco y me veo más cerca de la orilla. Allí cuelgan una especie de lianas. Me agarro a una de ellas como si fuera una botella de Brugal Extra Viejo. Estoy a salvo, se acabó la partida de pinball. Y lo más sorprendente de todo es que, inconscientemente, en ningún momento en soltado mi remo a pesar de todos los golpes de lo cual, para ser sincero, me siento realmente orgulloso…

Se me acerca el bote y me subo de nuevo. Me siento muy golpeado y me van a salir unos cuantos moratones pero es más el susto que llevo encima. Pasan unos minutos hasta que me relajo, me olvido del incidente y estoy en condiciones de disfrutar el rafting de nuevo.

A pesar de la caída, resulta ser divertidísimo. Nuestro bote empieza a funcionar cada vez mejor, más coordinado y cuando las cosas se hacen bien el rafting es una de las cosas más divertidas que he hecho jamás. El guía va gritando órdenes según van pasando los rápidos. Unos más fáciles, otros más duros. El agua te salpica por todas partes y por momentos la sensación es la de estar en una montaña rusa. Una pasada. Divertidísimo. Lástima que, por razones obvias, no hay testimonios gráficos de esta jugada.

Fueron dos horas de aquello y no hubo ningún incidente más. Llegamos al punto de finalización con un timming perfecto. Justo a cinco minutos del anochecer y a diez de que empezara a llover a saco. Todos agotados (es una actividad que cansa mucho) pero contentísimos, el primero yo que con lo de la caída tengo una batallita que contar.

La vuelta mola bastante menos. Otras siete horas eternas. Cuando ya estamos llegando el conductor empieza a parar constamente para echarse agua en la cara. Se está quedando literalmente sobado. Fueron momentos bastante tensos pero afortundamente llegamos a Mérida. A la 1:30, pero enteros.

Resumen del día: 14 horas de viaje, dos horas de rafting. Moraleja del día: si haces rafting en Mérida, que sea en dos días. Sigues teniendo las 14 horas de viaje pero al menos cinco o seis de rafting y una noche de relax en el campamento.

Concepto Bolivares Euros

Día de rafting 300 30