No he podido aún ir a verla (¡ay, cuando me vuelva a examinar!) pero sí que me zampé Desayuno en Tiffanys, el domingo por la tarde, aprovechando que me la sirvieron a domicilio, obsequio de El País. Hacía infinidad de tiempo que no la veía y fue una experiencia grata, y plácida.
Audrey Hepburn
Lo que me llevó a prolongar las sensaciones y el clima o la atmósfera de aquel mundo leyendo las Crónicas de Nueva York de la escritora (de origen irlandés) Maeve Brennan, cuya personalidad le inspiró a Truman Capote su personaje de Holly Golightly (interpretado por Audrey Hepburn en la película).
Ha sido un verdadero descubrimiento, y una gozada leer esta especie de retratos al minuto o viñetas de la vida neoyorkina de los años cincuenta y sesenta (aunque se incluyen algunas más tardías), que va componiendo al azar de sus paseos erráticos o de sus pequeños rituales cotidianos, cuando se cruza con señoras perdidas, un viejo trombonista, niños que lloran o ¡estrellas de cine en libertad! Marlene Dietrich sentada junto a una mesa al lado de la ella, Judy Holliday o Jean Gabin . Y sobre todo Maeve Brenan es excelente al achicar espacios (cuando se empeña en captar el verdadero yo de la Sexta Avenida, dos horas después del alba, por ejemplo) , o dibujar de una manera muy sugestiva el ambiente de algunos locales como el bar Grosvenor o el Hotel Earle del Village u otro viejo hotel de Broadway.
Las Crónicas de Maeve Brenan fueron inicialmente publicadas en The New Yorker, y leyendo esta selección se entiende porqué la escritora gozó del aprecio y la admiración de colegas tan ilustres como John Updike o Alice Munro.
Maeve Brenan. Crónicas de Nueva York. Prólogo y traducción de Isabel Núñez. Barcelona, Alfabia, 2011. 331 páginas