Merlín, el protector del rey Arturo y de la Tabla Redonda
Nos imaginamos a Merlín en la Tabla Redonda junto a Arturo. Quizá no haya existido mago más famoso en Europa que este personaje que surgió de la tradición galesa hasta que Tolkien diera vida a otro mago: Gandalf. Aunque mirándole bien, de alguna manera, el protector mágico del Señor de los Anillos nos recuerde al legendario Merlín.
Cuentan las leyendas que Merlín nació de una mujer que había sido violada por el diablo. Escandalizados por este nacimiento fue llevado ante el rey Vortigern para que diera su consentimiento y fuera sacrificado. Pero Merlín ya apuntaba maneras nada más nacer y con su propia magia se salvó de la muerte.
Merlín se convirtió en el poderoso mago de los elementos de la naturaleza. Controlaba la lluvia, el viento, el calor y el frío. Entendía el lenguaje de cada animal y hablaba con ellos. En ocasiones, las leyendas nos mostraban a un héroe capaz de practicar la alquimia y conocer todos sus secretos; en otras, un personaje mítico que podía comunicarse con el mismo diablo a su vez que lo hacía con hadas, gnomos y dragones. Y tanto para unos como para otros, era el único ser humano al que obedecían.
Dicen que Vortigern, el rey de Britania, estaba empeñado en construir una torre defensiva en lo alto de una colina. Y los presos la levantaban una y otra vez porque se terminaba derrumbando siempre. Hasta que un día el rey llamó a sus consejeros para que le averiguaran el motivo de estos destrozos misteriosos.
No tardaron en pedir el sacrificio de un niño que no tuviera padre. Se pusieron en marcha los sicarios buscando un jovencito que cumpliera este requisito para llevarle ante el rey. Pero sucedió que una vez postrado a los pies del monarca, el niño muy sonriente, descubrió la razón por la que la torre no se mantenía en pie: bajo de los cimientos de esa construcción existía un lago con dos dragones que continuamente se estaban peleando. Sus terribles movimientos provocaban el derrumbe de cualquier construcción por encima del lago. ¡Incluso a muchas millas alrededor!
-Dos dragones que se disputan dos territorios- dijo el niño- uno de color blanco y otro de color rojo. El dragón blanco representa a Sajonia; el rojo a Britania.
Este enigmático niño, que no era más que el poderoso Merlín, estaba profetizando el futuro del reino y su caída. Aunque el dragón blanco, que representaba a Sajonia, salía vencedor en la mayoría de enfrentamientos que tenían los dos, al final sería el dragón rojo, el representante de Britania, el que daría muerte al blanco.
Fue consejero del rey Pendragon. Un personaje de vital importancia porque fue el padre del rey Arturo gracias a la inteligencia del mago. Hizo que el monarca se disfrazara para que todos creyeran que era el duque de Cornualles. Merlín quería que pasara una noche con Igerna para que, fruto de este encuentro amoroso, naciera el mítico Arturo.
Tras la muerte del padre de Arturo, el mago Merlín se convirtió en su educador, consejero y protector. Nos viene a la mente la imagen de la espada clavada en el yunque de piedra. Un arma que solo un auténtico heredero sería capaz de liberar. Arturo logró sacarla con tan solo una mano y Merlín le convirtió en rey. Más tarde, cuando la espada se rompió, el mago le proporcionó a la mítica Excalibur gracias a la dama del lago.
Fue él quien diseñó la Tabla Redonda y aconsejó a Arturo que en ella reuniera a sus más fieles caballeros. Una extraña mesa circular que representaba la igualdad de todos los allí reunidos. Porque en una mesa redonda, nadie tenía más poder que los otros. Los caballeros reunidos se colocaban cada vez en sitios diferentes sin conocer donde se iba a sentar Arturo. Y cuentan las leyendas que solo se quedaba un lugar sin ocupar, el llamado Asiento Peligroso que estaba reservado para el defensor del Santo Grial. Alrededor de la Tabla Redonda, Merlín aparecía como el protector y hechicero a favor de los caballeros.
Dicen que fue el mago quien demostró el poder de su magia trasladando las pesadas piedras de Stonehenge desde Irlanda hasta Inglaterra y que, ya envejecido, enloqueció por los duros enfrentamientos cercanos a Escocia. Cansado, decidió retirarse y vivir sus últimos días en lo más profundo del bosque. Y allí, se enamoró perdidamente de una mujer llamada Viviana a la que enseñó todo el poder de su magia.
Quiso que la muchacha conociera el más poderoso de sus encantamientos: el apresamiento de un hombre a través de nueve círculos. Y estando Merlín durmiendo una noche, Viviana quiso probar su poder con el mago. Siguiendo los pasos del ritual, encerró a Merlín en una cueva hasta el final de sus días.
Un sabio vencido por el amor que no pudo escapar de esta sutileza al igual que Aristóteles, quien sirvió de montura a una dama o de Virgilio, que fue colgado en lo alto de una torre.
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