Creo, creo… que es una de las mejores mermeladas que he probado en mi vida. Para tanto Ariel? Y me parece que sí che… Es simple, sin muchos ingredientes y con un toque especial. Me parece que queda mucho mejor para acompañar picadas con quesos y demás. Se potencia mucho más con lo salado, y con un vino rosado bien frío ni les cuento!
No les quiero dar vueltas, así que les dejo la receta:
Lo que le da el toque especial y definitivo es que a los pimientos los vamos a quemar primero, para así poder sacarle la piel fácilmente y añadirle ese toque ahumado al resultado final. Entonces vamos a colocarlos de a uno o todos juntos sobre las hornallas de la cocina con el fuego al máximo y vamos a ir quemándolos hasta que queden negros. Con mucho cuidado los giramos y al final colocamos sobre una bandeja, una vez fríos, retiramos la piel con los dedos, lavamos bien, los cortamos y retiramos las semillas y las partes blancas del interior para no sumar sabores amargos.
Una vez que los picamos todos, lo pesamos, en mi caso me quedé un aproximado de 450g de pimientos cortados, por ende le añadí la mitad en peso de azúcar (225). Colocamos en una olla y añadimos sal y pimienta. Lo ponemos a fuego medio hasta que hierva y ahí lo dejamos a fuego mínimo hasta que se reduzca.
Acá llega el momento de ver el punto mermelada, cuando vemos que se generó un almíbar y al probarlo (siempre probemos por favor) la textura es suave y espesa, es momento de apagar el fuego. Colocar todo en un frasco esterilizado y llevarlo a la heladera a que enfríe.
Ahora solo es cuestión de esperar, ir a comprar unos quesos, un vino o una cerveza y preparar la noche!
¿Han probado? ¿Les gustaría hacerla? Los leo!
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