Pudo perder la Liga por anticipado el Barça de no ser por un imperial Mascherano, que rebañó la pelota a Koné en el suelo cuando éste se iba solo ante Valdés. Era la enésima contra del Levante, que vivía por y para defenderse con nueve jugadores y atento para facilitar centros largos para aprovechar la velocidad de Koné. Y en la jugada siguiente surgió Cuenca, punzante y clave tras sustituir a Xavi tras el descanso, centró para Messi, que recortó a Xavi Torres, combinó con Alexis y el chileno se la devolvió para que el argentino se regalase un tiro imparable para Munúa, apenas exigido hasta entonces. Y seis minutos después, los mismos protagonistas, jugada por la derecha de Cuenca, que es empujado con los dos brazos por Botelho y el asistente le dice al árbitro, Texeira Vitienes, que es penalty. El argentino engaña al portero y tira a romper. Es el quinto gol desde los once metros en los últimos cinco partidos de su equipo. La Pulga, además, iguala a Ronaldo y a Mariano Martín marcando en 10 jornadas de Liga consecutivas.
Parece que no hay muros ni físicos ni simbólicos para Leo Messi, que sonríe como un niño y juega como una leyenda. No se entienden los éxitos del Barça de Guardiola sin las botas del argentino, que desde que le entrena Pep ha marcado 200 goles en 211 partidos. Los dos últimos alargan la emoción de la Liga, pues desencallaron al Barça en su difícil visita a un Levante plantado atrás y muy ordenado (1-2) y hacen que los azulgrana continúen a cuatro puntos del Madrid, vencedor también con apuros en el Bernabéu, ante el Sporting (3-1). En la capital Ronaldo volvió a rescatar a su equipo como hizo Messi en el Ciutat de València. Ambos compiten por ser el pichichi del torneo y llegarán al Camp Nou empatados a 41.