A pesar de todo, cada noche acudía a aquel claro del bosque donde los efluvios de la naturaleza devolvían al aire la autenticidad y el ambiente era nuevamente respirable.
La mirada, clavada en el cielo para no perder ni un solo destello de aquellas discretas y diminutas estrellas que, con luz propia, conseguían mostrar toda su belleza. Tres eran sus preferidas: Sencillez, Humildad y Sinceridad. Así las llamaba. Cada noche las buscaba porque no quería perderlas. Ellas eran auténticas y debía esforzarse por conservarlas.
Texto: Pilar Pastor