Y si fuera verdad que somos un compendio, ¿cual será nuestro aspecto real y qué trascendencia tendrá eso? Me temo que más de la que nos gustaría, no debemos tener las tragaderas preparadas para seres tan raros. Cada uno compendiado al albur de vete a saber qué. No somos ni podemos ser el mismo donde quiera que vayamos; desconocidos cuando caminamos por la calle, compañeros en los trabajos, amigos para nuestros amigos —del alma, de vista, de juerga, de circunstancia…—, familia para nuestra parentela, pero en distinto grado para unos y otros, y todo eso mezclado con el tiempo, el espacio, las circunstancias, las urgencias y los estados de ánimo.
De suerte que o somos todo, casi nunca; ni para nosotros mismos, que por definición tenemos una visón parcialísma de nuestro ser, o no somos nada; para la mayoría de nuestros congéneres con los que jamás rozaremos, o somos alguna cosa cada vez y casi siempre esa cosa, para podernos reconocer.
Mi inquietud de hoy proviene, quién lo iba a sospechar, de algo bastante concreto. Y es de como nuestro ser se impregna de alguna de sus facetas y nos caracteriza casi por completo, como les ocurre a los camaleones; a voluntad, no estaría mal, o sin permiso, que es lo que pasa casi siempre para confusión propia y de extraños.
El otro día vi a fulano, qué fulano, ese, el «cantante», ah, ese tan «malo»…
«Mi» «padre» no me entiende. «Mi» «hija» me ignora; a quién te refieres, a esa, pero esa es Mari Tere, qué Mari Tere, «la estudiante» «que me saluda» cada mañana. «Tu» «jefe» es «mono». O «esa» «china» es «muy» «rara».
No consigo mirarte sin más. Alguna de tus facetas me lo impide y se me clava en la retina y en la mente, ¿sin poderlo remediar? ¿Qué día de estos podremos reestrenarnos, o bascular a los aspectos más pulidos de nuestra personalidad? A lo mejor cerrando un tiempo el ser por reformas. Cuando vuelvas, o vuelva yo, no vengas preguntando por lo de siempre, que a lo mejor no hay, lo tendré, con seguridad si era verdaderamente mío, pero mezclado con otras cosas que habrán alterado por completo su sabor.
¿Querrás?, ¿seguirás luego queriendo?, ¿nos importará?