Romigárachi, ejido de Narárachi, municipio de Carichí, Chih.- Treinta y cinco niños indígenas abandonados, sucios, desnutridos y sin escuela, se encuentran...
en esta comunidad escabrosa y lejana de la sierra Tarahumara, niños que cursan el cuarto año de primaria, no saben leer, ni escribir.
Después de cinco meses sin dar clases en esta comunidad indígena, el profesor Ramón Nevárez Pérez se presentó apenas el 25 de enero pasado ante alumnos y padres y madres de familia en un reducido local de adobe, cuya doble función es dar atención médica a la gente, de vez en cuando, y servir como "escuela", donde no hay pupitres, ni sillas ni escritorios, sólo hay dos pizarrones viejos y libros escolares amontonados y abandonados, ello debido a "que el maestro irresponsable nunca ha dado clases desde septiembre de 2010", sintetizó Juan Fuentes Molina, dirigente de la sociedad de padres de familia de esta localidad serrana abandonada, que pertenece a la Zona Escolar 24 del Sistema de Educación Indígena SEP con sede en Norogachi, municipio de Guachochi.
Desde septiembre de 2010 de iniciado el ciclo escolar hasta el 25 de enero el profesor señalado, "de estar cobrando un sueldo de oquis sin dar clases", sólo se presentó veinte días a Romigárachi "a dar clases", mientras los treinta y cinco niños y niñas indígenas de diversas edades, desnutridos, desaseados y algunos descalzos, tienen un nivel educativo muy bajo, creciendo en la ignorancia, toda vez que muchos de ellos no saben leer ni escribir, como el caso de Martha Fuentes, de 10 años, que "cursa" el cuarto año de primaria sin saber leer ni escribir.
"Los suben de grado de acuerdo a su edad sin entender ni escribir para justificar su trabajo el maestro", precisó el indígena rarámuri Juan Fuentes, entrevistado frente al calentón-estufa rústico de la cocina de su casa, ubicada arriba de una loma de piedra, quien agregó que esta grave situación de abandono por parte de la autoridades educativas no sólo se presenta en Romigárachi, también en varias comunidades de la Sierra, "donde el desprecio y el racismo hacia los niños indígenas y la falta de maestros se volvió cosa común en la región".
"Están creciendo nuestros hijos sin educación y eso no es justo, ya que a los maestros se les paga con nuestros impuestos que se dan al gobierno. De nada nos sirve gente más estudiada, más preparada, si no da clases. Paro nosotros esa gente no nos sirve", sentenció el entrevistado el pasado 25 de enero, mientras tomaba una taza con café en una mañana fría, iluminada por los rayos tenues del sol que caían sobre el majestuoso paisaje de montañas, pilares -tónachis- y el arroyo seco de Romigárachi, que en rarámuri significa "Lugar de empachados", en el ejido Narárachi -"Lugar donde lloró el apache" o "Lugar de llorones"-, según la versión de los indígenas de esta región de la Sierra Tarahumara del municipio de Carichí -"Lugar de casas"-.
Romigárachi se encuentra a 5 horas de Guachochi, viajando en vehículo de doble tracción, pasando por Norogachi, Choguita o Machokeachi, del lado de Guachochi, transitando tramos por carretera, terracería y brechas casi inaccesibles, trazadas sobre montañas, barrancos, arroyos y llanuras, y a 8 horas de distancia, atravesando Creel y ciudad Cuauhtémoc, de Carichí, municipio al cual pertenece esta comunidad serrana con una antigüedad milenaria, donde vive una población de más de cien personas asentadas en 25 casas dispersas en la serranía. Cuando tienen que ir a Carichí por "razones de papeles del gobierno o del ejido" y no tienen posibilidades de viajar en troca por el mal tiempo, cruzan a pie o a caballo durante dos días, vía Narárachi, para llegar hasta la cabecera municipal, expresó Juan Fuentes, quien con destreza elabora objetos artesanales -arcos y flechas, bateas, platos, cucharones, wares, flores, monos tarahumaras de madera con vestidos-, a la vez de trabajar la tierra para levantar frijol -muní-, maíz -sonuko- y a veces papa -relowi-.
Fuente: oem.com.mx