México en la CELAC: ¿regreso a los orígenes?

Publicado el 25 enero 2020 por Jmartoranoster
Arantxa Tirado y Bárbara Ester La integración latinoamericana-caribeña tiene una importante oportunidad para fortalecerse con la Presidencia de la CELAC a cargo de México. Comparte: El 8 de enero de 2020 comenzó la octava reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), un mecanismo de concertación política que reúne a 33 países de América Latina y el Caribe (ALC) desde una lógica de diálogo intergubernamental. La ceremonia de apertura tuvo lugar en el Palacio Nacional de la Ciudad de México, y el país tomó el relevo de Bolivia en la Presidencia Pro Témpore (PPT) de la CELAC durante 2020, tras haber sido elegido por consenso hace meses. La Cumbre tuvo ausencias significativas, como Bolivia y Brasil. El contexto regional del encuentro cambió bruscamente en los últimos meses del 2019, fundamentalmente debido al golpe de Estado en Bolivia y el rol destacado de la Organización de los Estados Americanos (OEA) por medio del accionar de su secretario general, Luis Almagro. Sumado a ello, la derrota por la mínima en Uruguay terminó de reacomodar el tablero geopolítico regional. Así,  dos gobiernos progresistas de los albores del siglo XXI llegaban a su fin, pero otros dos países habían cambiado de signo: México y Argentina, quienes desde entonces están asumiendo el rol de reinventar el progresismo en la nueva década actuando conjuntamente, con un alto protagonismo frente al golpe en Bolivia. No es casual que el gobierno de facto de Jeanine Áñez evalúe abandonar la CELAC luego de anunciar su incorporación al Grupo Lima, cuyo principal objetivo hasta el momento ha sido apoyar los intentos fallidos de lograr la destitución de Nicolás Maduro en Venezuela. Tampoco lo es el hecho de que actualmente en vísperas del encuentro intergubernamental se intentara nuevamente imponer la discusión de un Gobierno paralelo en la Asamblea Nacional en Venezuela, el cual cuenta con el aval de Estados Unidos (EE. UU.) y el Grupo Lima. Nuevamente, México y Argentina son los dos únicos países que se negaron a firmar el comunicado. En cuanto al estado de la cuestión de otros organismos de integración o concertación regional, la Unasur ha sido desmantelada y el Mercosur se encuentra desarticulado de facto, mientras que el proyecto alternativo de nuclear el conservadurismo regional propulsado por Sebastián Piñera (Chile) y acompañado por Jair Bolsonaro (Brasil), el expresidente Mauricio Macri (Argentina) e Iván Duque (Colombia) quedó en lo meramente discursivo. El estallido de intensas y sostenidas protestas sociales en Chile y Colombia, junto a la permanente actitud provocadora  de Brasil en la órbita internacional y la derrota electoral de Macri desmoronaron el intento de impulsar el bloque conservador aglutinado en el Grupo de Lima. México llega a la PPT de la CELAC con la legitimidad ganada por el liderazgo asumido en las diversas crisis regionales que se han sucedido a lo largo del último año. Su apego al Derecho Internacional en el conflicto de Venezuela o el asilo otorgado a Evo Morales y parte de su Gobierno en México, han vuelto a colocar al Gobierno mexicano en primera línea de la política internacional, retomando además su histórica política exterior de principios. Dentro de la agenda que presentó para su PPT en noviembre de 2019, se encuentra “promover la integración regional latinoamericana y caribeña”[2], un objetivo que parece olvidado en el debate político de la actual coyuntura latinoamericano-caribeña. México pone como propósitos de su PPT que ALC “presente una posición unida para hacer frente a los retos actuales” y eso pasa por “retomar las intervenciones conjuntas en foros multilaterales de alcance global” para “reflejar la fortaleza de nuestra región”[3]. Además de estos principios, México cuenta con un detallado plan de trabajo que habrá de desplegar en los meses por venir[4]. Desde su lanzamiento en diciembre de 2011, la CELAC se erigió como un ámbito privilegiado de discusión y decisión regional fuera de la órbita norteamericana, a diferencia de la OEA. Su virtud fue poner de acuerdo a gobiernos de distinto signo político en aras de un programa mínimo: la defensa de la soberanía nacional frente a potencias externas. En la actual coyuntura latinoamericano-caribeña en que las soberanías nacionales de países como Venezuela o Bolivia están siendo hostigadas, cuando no directamente arrasadas, o de nuevo entregadas a los intereses estadounidenses por las élites gobernantes, la importancia de relanzar la CELAC parece vital para ejercer un dique de contención al expansionismo estadounidense en la región. Una de las tareas fundamentales de esta PPT será lograr rearticular un discurso regional unánime que ponga el respeto a la democracia y a la soberanía nacional en el centro. No obstante, el trabajo será difícil. La ruptura del orden democrático en Bolivia y la hostilidad de gobiernos como el Ecuador de Lenín Moreno o el Brasil de Bolsonaro hacia los mecanismos de concertación e integración creados en la época dorada del progresismo latinoamericano-caribeño, supone el principal escollo a superar. Si bien México cuenta con el respaldo y el respeto de la mayoría de los Estados miembros que integran la CELAC para ejercer las tareas de concertación política propuestas, no es menos cierto que su actitud apegada al Derecho Internacional despierta rechazo entre los golpistas de América Latina y los gobiernos que los respaldan. Por ejemplo, el asilo otorgado por el gobierno de México en su Embajada en Bolivia a miembros del Gobierno de Evo Morales se está utilizando para hostigar a las autoridades mexicanas desde estos sectores, respaldados a su vez por fuerzas de la derecha y ultraderecha española. En un contexto geopolítico internacional en el que cobran cada vez mayor importancia los bloques regionales, es perentorio para ALC retomar el papel de actor internacional único que tuvo durante los primeros años de la CELAC, que le permitió negociar de tú a tú, y de manera coordinada, con la Unión Europea (UE) o China. La división actual de la región en líneas ideológicas aparentemente irreconciliables va en detrimento de los intereses de ALC como región geopolítica diferenciada y no subordinada a los intereses estadounidenses. Si los funcionarios mexicanos toman conciencia de este hecho, como se desprende de su declaración de intenciones, y actúan en consecuencia, respaldados por los gobiernos que comparten esta visión geopolítica soberana, se podrá sacar a la CELAC de su letargo actual y volverla a colocar como el mecanismo de concertación política de referencia que nunca debió dejar de ser. Pero el escenario político de la región es ahora mismo volátil y enconado. Varias fechas ayudarán a definir cómo se irán decantando los acontecimientos, entre ellas la elección del próximo, o próxima, secretario/a general de la OEA en marzo de 2020 y las elecciones en Bolivia en mayo de este año. Del resultado de ambas contiendas dependerá, en buena medida, la posibilidad de rearticulación de las fuerzas progresistas regionales y su capacidad para retomar la agenda de la integración latinoamericano-caribeña que siempre lideraron.

[1] Ver más en: https://www.celag.org/informe-sobre-las-elecciones-oea-2020/
[2] https://www.gob.mx/sre/articulos/mexico-presenta-propuesta-de-plan-de-trabajo-para-la-presidencia-de-celac-2020-228366?idiom=es
[3] https://ppt-celac.org/presidencia-pro-tempore
[4] https://ppt-celac.org/plan-de-trabajo

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Arantxa Tirado

Dra. en Relaciones Internacionales e Integración Europea (UAB) (España) Arantxa Tirado es doctora en Relaciones Internacionales e Integración Europea por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y doctora en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es también magíster en Estudios Latinoamericanos por la UNAM y Licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración (itinerario de…

Bárbara Ester

Licenciada en Sociología (UBA) (Argentina) Bárbara Ester es licenciada y profesora de Sociología por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Realizó una Diplomatura en Género, Movimiento de Mujeres y Política en la Facultad de Filosofía y Letras. Actualmente cursa la Maestría en Gobierno de la Facultad de Ciencias Sociales, UBA. El 8 de enero de 2020 comenzó la octava reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), un mecanismo de concertación política que reúne a 33 países de América Latina y el Caribe (ALC) desde una lógica de diálogo intergubernamental. La ceremonia de apertura tuvo lugar en el Palacio Nacional de la Ciudad de México, y el país tomó el relevo de Bolivia en la Presidencia Pro Témpore (PPT) de la CELAC durante 2020, tras haber sido elegido por consenso hace meses. La Cumbre tuvo ausencias significativas, como Bolivia y Brasil. El contexto regional del encuentro cambió bruscamente en los últimos meses del 2019, fundamentalmente debido al golpe de Estado en Bolivia y el rol destacado de la Organización de los Estados Americanos (OEA) por medio del accionar de su secretario general, Luis Almagro. Sumado a ello, la derrota por la mínima en Uruguay terminó de reacomodar el tablero geopolítico regional. Así,  dos gobiernos progresistas de los albores del siglo XXI llegaban a su fin, pero otros dos países habían cambiado de signo: México y Argentina, quienes desde entonces están asumiendo el rol de reinventar el progresismo en la nueva década actuando conjuntamente, con un alto protagonismo frente al golpe en Bolivia. No es casual que el gobierno de facto de Jeanine Áñez evalúe abandonar la CELAC luego de anunciar su incorporación al Grupo Lima, cuyo principal objetivo hasta el momento ha sido apoyar los intentos fallidos de lograr la destitución de Nicolás Maduro en Venezuela. Tampoco lo es el hecho de que actualmente en vísperas del encuentro intergubernamental se intentara nuevamente imponer la discusión de un Gobierno paralelo en la Asamblea Nacional en Venezuela, el cual cuenta con el aval de Estados Unidos (EE. UU.) y el Grupo Lima. Nuevamente, México y Argentina son los dos únicos países que se negaron a firmar el comunicado. En cuanto al estado de la cuestión de otros organismos de integración o concertación regional, la Unasur ha sido desmantelada y el Mercosur se encuentra desarticulado de facto, mientras que el proyecto alternativo de nuclear el conservadurismo regional propulsado por Sebastián Piñera (Chile) y acompañado por Jair Bolsonaro (Brasil), el expresidente Mauricio Macri (Argentina) e Iván Duque (Colombia) quedó en lo meramente discursivo. El estallido de intensas y sostenidas protestas sociales en Chile y Colombia, junto a la permanente actitud provocadora  de Brasil en la órbita internacional y la derrota electoral de Macri desmoronaron el intento de impulsar el bloque conservador aglutinado en el Grupo de Lima. México llega a la PPT de la CELAC con la legitimidad ganada por el liderazgo asumido en las diversas crisis regionales que se han sucedido a lo largo del último año. Su apego al Derecho Internacional en el conflicto de Venezuela o el asilo otorgado a Evo Morales y parte de su Gobierno en México, han vuelto a colocar al Gobierno mexicano en primera línea de la política internacional, retomando además su histórica política exterior de principios. Dentro de la agenda que presentó para su PPT en noviembre de 2019, se encuentra “promover la integración regional latinoamericana y caribeña”[2], un objetivo que parece olvidado en el debate político de la actual coyuntura latinoamericano-caribeña. México pone como propósitos de su PPT que ALC “presente una posición unida para hacer frente a los retos actuales” y eso pasa por “retomar las intervenciones conjuntas en foros multilaterales de alcance global” para “reflejar la fortaleza de nuestra región”[3]. Además de estos principios, México cuenta con un detallado plan de trabajo que habrá de desplegar en los meses por venir[4]. Desde su lanzamiento en diciembre de 2011, la CELAC se erigió como un ámbito privilegiado de discusión y decisión regional fuera de la órbita norteamericana, a diferencia de la OEA. Su virtud fue poner de acuerdo a gobiernos de distinto signo político en aras de un programa mínimo: la defensa de la soberanía nacional frente a potencias externas. En la actual coyuntura latinoamericano-caribeña en que las soberanías nacionales de países como Venezuela o Bolivia están siendo hostigadas, cuando no directamente arrasadas, o de nuevo entregadas a los intereses estadounidenses por las élites gobernantes, la importancia de relanzar la CELAC parece vital para ejercer un dique de contención al expansionismo estadounidense en la región. Una de las tareas fundamentales de esta PPT será lograr rearticular un discurso regional unánime que ponga el respeto a la democracia y a la soberanía nacional en el centro. No obstante, el trabajo será difícil. La ruptura del orden democrático en Bolivia y la hostilidad de gobiernos como el Ecuador de Lenín Moreno o el Brasil de Bolsonaro hacia los mecanismos de concertación e integración creados en la época dorada del progresismo latinoamericano-caribeño, supone el principal escollo a superar. Si bien México cuenta con el respaldo y el respeto de la mayoría de los Estados miembros que integran la CELAC para ejercer las tareas de concertación política propuestas, no es menos cierto que su actitud apegada al Derecho Internacional despierta rechazo entre los golpistas de América Latina y los gobiernos que los respaldan. Por ejemplo, el asilo otorgado por el gobierno de México en su Embajada en Bolivia a miembros del Gobierno de Evo Morales se está utilizando para hostigar a las autoridades mexicanas desde estos sectores, respaldados a su vez por fuerzas de la derecha y ultraderecha española. En un contexto geopolítico internacional en el que cobran cada vez mayor importancia los bloques regionales, es perentorio para ALC retomar el papel de actor internacional único que tuvo durante los primeros años de la CELAC, que le permitió negociar de tú a tú, y de manera coordinada, con la Unión Europea (UE) o China. La división actual de la región en líneas ideológicas aparentemente irreconciliables va en detrimento de los intereses de ALC como región geopolítica diferenciada y no subordinada a los intereses estadounidenses. Si los funcionarios mexicanos toman conciencia de este hecho, como se desprende de su declaración de intenciones, y actúan en consecuencia, respaldados por los gobiernos que comparten esta visión geopolítica soberana, se podrá sacar a la CELAC de su letargo actual y volverla a colocar como el mecanismo de concertación política de referencia que nunca debió dejar de ser. Pero el escenario político de la región es ahora mismo volátil y enconado. Varias fechas ayudarán a definir cómo se irán decantando los acontecimientos, entre ellas la elección del próximo, o próxima, secretario/a general de la OEA en marzo de 2020 y las elecciones en Bolivia en mayo de este año. Del resultado de ambas contiendas dependerá, en buena medida, la posibilidad de rearticulación de las fuerzas progresistas regionales y su capacidad para retomar la agenda de la integración latinoamericano-caribeña que siempre lideraron.

[1] Ver más en: https://www.celag.org/informe-sobre-las-elecciones-oea-2020/
[2] https://www.gob.mx/sre/articulos/mexico-presenta-propuesta-de-plan-de-trabajo-para-la-presidencia-de-celac-2020-228366?idiom=es
[3] https://ppt-celac.org/presidencia-pro-tempore
[4] https://ppt-celac.org/plan-de-trabajo

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