Reverte publicaba el Domingo en su columna el siguiente artículo, en relación al 60 aniversario de Bond. Se llama "Mezclado, no agitado".
En octubre de 1964, cuando yo estaba a punto de cumplir trece años, un hermano marista al que apodábamos Dumbo me sorprendió en un pasillo leyendo Goldfinger. El delito era doble: no estaba dentro del aula, y esa novela era para adultos. Eso dio lugar a que mi padre fuera convocado para notificarle que el libro quedaba confiscado y que yo había cometido una doble falta: ausentarme de clase y leer novelas inadecuadas. Pero mi padre estuvo a la altura de las circunstancias. Con mucha calma le dijo a Dumbo que yo asumiría el castigo que el reglamento del colegio estableciese; pero que dos cosas debían quedar claras. Una, que la novela era suya y se la llevaba. Otra, que era él quien decidía sobre lo adecuado en las lecturas de su hijo; y que yo también leyera novelas de James Bond le parecía adecuadísimo, pues eran muy entretenidas, estaban bien escritas y estimulaban la imaginación. Así que, en cuanto regresáramos a casa y yo hiciera los deberes, me devolvería el libro para que acabase de leerlo. Y así fue como ocurrió.
Y oigan. Me importa un pimiento frito que estudios de perspectiva diversa, incluido feminismo radical, etiqueten a James Bond como sexista, snob, asesino, sádico y vulgar. La literatura, buena, mediocre o mala, profunda, de entretenimiento, o la que combina sin complejos todos los niveles posibles, no tiene obligación moral alguna: cuenta mundos, narra miradas, registra recorridos en los diferentes estratos y situaciones que la vida, y los libros que la exploran, despliegan ante los ojos del lector. Y estoy convencido de que, en ese territorio sin reglas ni cánones absolutos, tan útil o interesante puede ser una conversación entre Hans Castorp y Settembrini en La Montaña mágica como los silencios del capitán MacWhirr en Tifón, la muerte de Porthos en el Bragelonne o la tortura de que es objeto Bond, desnudo y atado a una silla, en Casino Royale. Por eso saludo a ese sexagenario 007 como lo que soy: un viejo lector agradecido.
A modo de hemeroteca, no dejeis de leer su articulo Homo Luddens, en defensa de los juegos de rol a raíz del caso Rosado en el 94. También me resultan graciosos, y no exhentos de verdad, sus quizás dos artículos mas famosos en El Semanal; Remando espero, y Cuestión de cojones, (o es el recuerdo que me queda de su año).