A lo largo de esta semana haré mi particular
balance literario 2010: un análisis-resumen de todo lo que he leído este año (novedades y libros que ya llevan años en el mercado). Me gusta hacer este tipo de textos para valorar las lecturas y, además, me parece un sistema práctico de cara a ofrecer ideas para los demás, puesto que no se hace necesario leer todas las reseñas enteras para conocer mi opinión sobre los libros. Empiezo hoy con mis impresiones en materia juvenil y fantasía, y terminaré el viernes con el
ranking final. Cualquiera que lo desee es libre de sumarse a esta iniciativa.
Literatura juvenil y fantasía
No puedo engañar a nadie: lo que más he leído este año ha sido literatura juvenil fantástica. Libros facilitos en su mayoría, con un lenguaje muy ameno y una capacidad extraordinaria para evadirme de todo, ¡entran tan bien! Empecé el año con la segunda y la tercera parte de una saga que me dejó muy buen sabor de boca:
Cazadores de sombras (Cassandra Clare), una serie repleta de acción y magia de lo más entretenida (y menos azucarada que otras del género, que siempre se agradece). A estos les siguió
Graceling (Kristin Cashore), una novela de fantasía épica que a mi juicio podría haber dado mucho más de sí.
Como algunos sabéis, me enganché a este género a raíz del fenómeno
Crepúsculo (Stephenie Meyer). Sobre este tema, tengo que decir que he encontrado muchísimos libros con un parecido descarado a esta saga, por mucho que cambien las criaturas fantásticas: los ángeles de
Hush, hush (Becca Fitzpatrick), los inmortales de
Eternidad (Alyson Noël), etc. En su momento los valoré con un notable porque me entretuvieron, pero a día de hoy les daría un aprobado justito por su falta de originalidad. A los que sí di un aprobado por los pelos porque dejaban bastante que desear son
Temblor (Maggie Stiefvater),
Encanto fatal (Melissa Marr) y
Rojo feroz (Jackson Pearce), que son lobos, una historia de elfos y una versión del cuento de Caperucita, respectivamente. Una pena que no dieran más de sí, pues su temática me parecía de lo más atractiva.
Llega el momento de sacar lápiz y papel: sé que muchos tenéis prejuicios hacia este género, pero dentro de él se encuentran verdaderas joyitas aptas para todas las edades. En este ámbito destaco
En llamas y
Sinsajo (Suzanne Collins), segunda y tercera parte de la magnífica distopía futurista cuyo primer tomo ocupó el primer puesto de mi podio el pasado año.
Vampire Academy (Richelle Mead), aparte de ser la saga culpable de que haya vuelto a leer en inglés, ofrece una versión diferente y atractiva de los vampiros, aderezada con buenos personajes y diálogos ácidos, ¡no os la podéis perder! Por último, la otra joyita que he descubierto es
Hermosas criaturas (Kami Garcia y Margaret Stohl), un gótico sureño con una magia muy particular y una ambientación fascinante.
Ahora vienen las recomendaciones exclusivas para fans de la literatura juvenil (en otras palabras, libros dignos de un notable):
Embrujo (Nina Blazon), una distopía distinta con un mundo mágico diferente y fresco;
La novia maldita (Nina Blazon), o los ancestros de Drácula en una sociedad cargada de escrúpulos;
Dos velas para el diablo (Laura Gallego), ángeles y demonios por una autora española;
Adorada Jenna Fox (Mary E. Pearson), una exquisita novela futurista con un trasfondo que hace pensar;
Rubí (Kerstin Gier), una historia sobre viajes en el tiempo de lo más entretenida, y
Los hijos de Ahiris (Jenny May Nuyen), fantasía épica con dragones y elfos de los de toda la vida. ¿Queréis más? Pues preparaos, porque el próximo año pienso hablaros hasta de libros en inglés no publicados en España.
¡Ya me olvidaba! No todo es literatura juvenil: este año he leído el fabuloso
El nombre del viento (Patrick Rothfuss), cuya segunda parte espero como agua de mayo, y dos novelas de fantasía urbana:
Cantos de súcubo (Richelle Mead) y
La llamada de la luna (Patricia Briggs). El primero me gustó bastante y probablemente seguiré la saga en inglés; el segundo me aburrió muchísimo, aunque puede tener su público.