Nos vemos todas las mañanas. Cruzamos la vista, nos saludamos e incluso alguna vez, que yo voy con menos prisa, le dedico un par de piropos susurrados. Ella, me aguanta la mirada todo lo que puede. Por momentos me siento afortunado y único. Después me doy cuenta de que lo hace con todos cuantos caminan a su lado, así es la actitud de la Real Casa de Correos, la construcción más notable y llamativa de la Puerta del Sol.
Hace unas fechas sin embargo, nuestro encuentro fue diferente, la noté apagada. Rápidamente me percaté del motivo de su pena, unos enormes andamios que ahora mismo le impiden observar Madrid como a ella le gusta, con los ojos bien abiertos y sin interferencia alguna. Han sido muchas las veces que caminando a su vera he escuchado a la gente decir que se trata del Ayuntamiento de Madrid. Error. En este lugar habita la Consejería de la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Una de las tantas funciones que ha abarcado en sus casi dos siglos y medio de vida. Su labor primigenia fue dar sede al servicio postal de Madrid, de ahí su nombre. Después llegaron otros cometidos como Capitanía General o Gobierno Militar incluso de telégrafo óptico.
Viendo su nueva puesta a punto me dio hoy por pensar ¿Cuándo y en cuánto tiempo se levantó este imponente edificio? Indagando un poquito en esta respuesta he descubierto un asunto que da para otro secreto más extenso. Resulta que originalmente, el responsable de la Real Casa de Correos iba a ser el arquitecto Ventura Rodriguez. Sin embargo, en plena puesta a punto del proyecto llega al trono Carlos III y decide poner al mando de las obras al francés Jaime Marquet, una decisión que no gustó para nada al pueblo madrileño. ¿Cómo iba a ser el responsable de un edificio tan representativo para Madrid y España un arquitecto de Francia? Pese a las habladurías e intentos de los habitantes de la Villa, Carlos III no cambió de parecer y Marquet levantó la Real Casa de Correos entre los años 1760 y 1768, lo que la hacen la construcción más antigua de la Puerta del Sol.
Para acometer estos trabajos se derribaron hasta una treintena de casas para levantar un único edificio, con dos grandes patios interiores, y cuyo resultado final (como era de suponer) no gustó ni encajó entre los madrileños. Después del rechazo inicial, el edificio se fue ganando el apego y cariño hasta llegar a ser todo un símbolo de la ciudad. Incluso se ha permitido sus pequeños cameos literarios como lo hace en la excelsa 'Luces de Bohemia' de Valle-Inclán. Desde hace años, cada 31 de diciembre, todos tenemos presente a esta construcción cuya ejecución, causó importantes revuelos y que se levantó en ocho años. Ahora, cuando le saludéis como lo hago yo todos los días, espero que tengáis en cuenta todos estos secretos.