Mi argumento se basa en la proposición, para mí axiomática, según la cual no es el caso que haya un regreso infinito en las relaciones de dependencia. Para afianzar su condición de axioma procederé a reducir al absurdo la tesis contraria.
Si la cadena de relaciones de dependencia fuera infinita, ello conllevaría que dicha cadena existe necesariamente. Así, si no existiera necesariamente, tendría una causa que sería su inicio, lo que va contra su propia noción, que excluye todo inicio. Por tanto, al postular la existencia de esta cadena, debemos afirmar asimismo su carácter no contingente.
Una cadena necesaria, carente de extremos, puede concebirse como un bucle o como una línea recta infinita. Si se tratara de un bucle, dado que los miembros de la cadena están sujetos al espacio y al tiempo pero ninguno es anterior o posterior a otro, se daría el caso de que yo sería más joven y más viejo que mi abuelo. Por tanto, una cadena en forma de bucle es imposible, al violar el principio de no contradicción.
Esto no nos deja otra opción que concebir la cadena infinita como una línea recta sin comienzo ni fin. Pero algo así sólo sería posible si la cadena tuviera una cantidad infinita de materia para no repetirse en algún punto. Esta infinita cantidad de materia podría ser o potencial o actual. De ser potencial, la materia podría crear materia, lo que contraviene las leyes conocidas de nuestro universo. Por otro lado, si fuera actual, todo existiría simultáneamente y el tiempo sería destruido, lo que tampoco se corresponde en absoluto con la realidad que conocemos, donde las cosas empiezan a ser y cesan de ser.
Planteado en forma de dilema: o sostenemos que la materia es infinita en acto y el tiempo no existe en ningún universo posible, o afirmamos que una cantidad finita de materia puede generar materia infinitamente. La primera posibilidad viene desmentida por toda experiencia. La segunda entraña una contradicción, ya que, además de suponer en la materia propiedades no materiales, implica conferir a un ser finito en masa una potencia infinita, o -para colmo de absurdos- conferírsela a la nada.
En consecuencia, la cadena infinita de acontecimientos no puede ser ni un bucle ni una línea recta, por lo que, no dándose alternativas, debe concluirse que no puede ser en absoluto.