En cuanto vi el remite, sonreí. ¡Conocía a la bloguera que lo remitía! Es más... ¡le tengo mucho cariño! No en vano, compartimos terruño de origen. Y comprendí entonces que, en realidad, el mensaje que envió en Facebook pidiendo perdón a su bloguera invisible porque se había retrasado un poco en el envío ¡iba dirigido a mí! ¡A mí! Sin esperar a que Lucía volviera del cole (como se entere...) abrí el paquete y esto es lo que encontré:
En cuanto vi el remite, sonreí. ¡Conocía a la bloguera que lo remitía! Es más... ¡le tengo mucho cariño! No en vano, compartimos terruño de origen. Y comprendí entonces que, en realidad, el mensaje que envió en Facebook pidiendo perdón a su bloguera invisible porque se había retrasado un poco en el envío ¡iba dirigido a mí! ¡A mí! Sin esperar a que Lucía volviera del cole (como se entere...) abrí el paquete y esto es lo que encontré: