Texto original escrito por Ana. Sígueme en Twitter.
Desde 2009 mi esposo y yo descubrimos una forma de viajar que permite ahorrar dinero, hacer amigos y conocer ciudades desde una perspectiva más local. Esa forma de viajar se llama HOME EXCHANGE.
Como su nombre lo indica, Home Exchange es un sistema a través del cual intercambias tu casa con la de alguien más para hospedarte durante un tiempo determinado. El foro para conocer las opciones de intercambio es el sitio www.homeexchange.com donde por $120 dólares tienes acceso a los listados de propiedades durante un año, así como a crear el perfil de tu casa, comunicarte con los otros miembros y realizar intercambios ilimitados.
Los dos fundamentos del concepto son el amor por los viajes y la confianza. Los miembros de este grupo buscamos no solamente conocer los sitios emblemáticos de las ciudades, sino experimentar dónde y cómo viven los locales. Y qué mejor forma que quedarte en un barrio, no en una zona turística, teniendo además la oportunidad de recibir recomendaciones de los dueños y de conversar con los vecinos.
Quedarte en una casa ofrece otras ventajas, como tener acceso a una cocina para prepararte comida a la hora que gustes. También permite tener acceso a lavadora, secadora, plancha, internet y demás servicios muy útiles en un viaje.
Y ni hablar del ahorro económico: no gastas en hotel, reduces gastos en comidas y en servicios como los que mencioné en el párrafo anterior.
Claro, a diferencia de un hotel, tienes que tender la cama y lavar los trastes que uses. Pero para nosotros, vale totalmente la pena.
Por otro lado, es una forma fascinante de conocer a alguien. Tu casa es un reflejo de quién eres. Tus gustos, valores, estilo de vida, personalidad se refleja en la decoración y objetos. Entrar a cada casa es penetrar en un mundo de ideas, estética y creencias.
Algo que nos maravilla de esta experiencia es que se establece un vínculo de confianza especial entre totales extraños.
No se firma ningún contrato, las fechas y términos se acuerdan entre ambas partes y se confía en que el otro las cumplirá, punto. En la mayoría de los casos, jamás hay mayor contacto que el correo electrónico.
Y, a la fecha, después de siete intercambios a Europa, Asia, Estados Unidos y México, nunca hemos tenido una mala experiencia. Al contrario. La amabilidad y los detalles de la gente han sido sorprendentes.
Muchos de nuestros homeexchangers son ahora amigos, a algunos hemos tenido oportunidad de conocerlos.
La meta número 25 de mis 30 antes de 30 fue hacer dos intercambios y me da mucha alegría compartirles que ¡ya lo he logrado!
A inicios de marzo hicimos intercambio en Long Beach, California con motivo de una conferencia sobre Health Coaching a la que asistí y donde presenté la Asociación de Health Coaches de México.
Nos quedamos en el departamento de una mercadóloga de origen vietnamí, a la que tuvimos oportunidad de conocer.
Cenando muy a gusto en casa de Sam, nuestra homeexchanger de Long Beach, CA
El segundo viaje lo hicimos a finales de marzo donde intercambiamos una casa en San Miguel de Allende, Guanajuato propiedad de una familia estadounidense. La casa además de muy bien ubicada, estaba preciosa. Gozamos de su amplia cocina, alberca y terrazas.
¡Y espero que este año todavía venga al menos un intercambio más!
Sé que la idea de quedarte en casa ajena o permitir que un extraño duerma en tu propia cama para muchos es impensable. Como me decía una amiga: '¡yo ni a mis primos les presto mi casa!' jajaja. Pero para mí ha sido una experiencia fascinante y una forma de viajar que me ha permitido conocer mejor a los demás, a otras culturas y a mí misma.
Ustedes, ¿harían un intercambio de casa?