Mi cita ineludible con Tibet Charity

Por Javixas

Desde que llegué a India, muy pocos días he tenido un plan establecido. Normalmente me levanto, lavo y salgo a la calle y antes o después algo surge, se conoce a alguien que te invita, que te ofrece o que crea un plan. Pero en Mcleod Ganj es diferente. Hay demasiadas cosas que hacer. Desde comer en cada café del pueblo (la cocina es increíble), asistir a charlas de exiliados donde relatan sus experiencias, pases de documentales, películas, yoga, etc. Pero yo he tenido una cita que no me he podido perder ni un día, y sobre la que versaba mis tardes en este pueblo. Se trata de una especie de voluntariado, donde de Javier he pasado a ser “teacher Chavi”.

No quiero llamarlo voluntariado porque creo que sería menospreciar muchísimo el trabajo de voluntarios de verdad que sacrifican mucho por ayudar. Para mi empezó como una experiencia. Se trata de conversaciones con tibetanos, para que mejoren su nivel de inglés, las conversaciones tienen lugar en una terraza enorme, con vistas al Himalaya. La dinámica es que te sientas con varios tibetanos y se tiene una conversación de una hora, sobre lo que se quiera, intentando enseñar palabras nuevas, y corrigiéndoles los fallos.

Los grupos suelen ser de 4 tibetanos por extranjero, pero también se pueden mantener conversaciones “uno a uno”, con monjes budistas discutiendo sobre evolución, como un amigo me contaba su experiencia. Por lo que más que un voluntariado es una gran experiencia y una gran oportunidad de conocer a la gente más a fondo.

Pero mi experiencia ha sido muy distinta, porque el día que llegué una profesora se había puesto mala, y me pidió que yo llevase su clase. Obviamente dije que claro, que ningún problema. Aunque empecé a notar algo raro: en vez de en la terraza con todos los grupitos (6 o 7) me dice que mejor me quede en la clase de la escuela. Me decepciona un poco porque me hacía ilusión la charla en tan impresionante entorno, pero yo estaba para ayudar así que dije que ningún problema.

Estaba nervioso, era mi primer día y no sabía muy bien como iba a llevar la conversación. Se acercaba la hora. Repasaba en mi cabeza temas de los que podríamos hablar… 16:00 vamos a ello.

Entro en la clase, y no me encuentro a mis 6 alunos sino a por lo menos 30 tibetanos que al entrar me saludan “Hello teacher, welcome” casi me caigo al suelo. Al sustituir a una profesora no estaba en conversación sino de profesor de inglés básico. Bastante básico.

La clase está aproximadamente formada por 15 chicos y 15 chicas. con una media de edad de treinta y tantos años. Hay al menos 6 monjes budistas en clase. Todos son de Tibet. Todos son exiliados, y tienen un profesor que está a punto de desmayarse por la presión.

Los primeros 5 minutos son tensos, pero me hago con la situación, trabajamos las presentaciones “My name is (…) I’m from Tibet, so I am Tibetan”, algunos son muy buenos, otros, ni leyendo de la pizarra.

Al final de la clase me felicitan y me preguntan si voy a volver mañana. Claro que volví, y toda mi estancia en Mcleod Ganj, los 11 días que he estado no he faltado a clase. Viendo todo lo que se puede conseguir en 10 dias, lo que pueden mejorar y lo que yo puedo aprender.

Y lo mejor es encontrarme a mis “alumnos” mientras paseo por el monte, o en los cafés, que te inviten a sus casas y poder charlar un rato mas sin la presion del resto de la clase.

Ha sido una experiencia increíble de la que sin duda, yo he aprendido más de la vida que mis “alumnos” inglés.



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