Pero cuidado, que muchos piensan que están haciendo el bien, y han vivido toda su vida engañados y engañando. El ejemplo más claro lo ofrecen los religiosos, llámese budismo, catolicismo, judaismo, islamismo, o tengan la denominación de origen que tengan, han cometido a lo largo de la historia - y siguen cometiendo- todo tipo de atrocidades en nombre de sus creencias y su "fe". Son altamente peligrosos porque todo lo que hacen lo hacen en nombre de sus dioses respectivos y según ellos, sólo buscan el bien para la humanidad.
Luego están los políticos, diseñados "con licencia para mentir y engañar". Tácitamente la sociedad les ha otorgado esa autoridad y ellos la aprovechan de manera contundente y muchas veces hasta con mayoría absoluta a su favor.
En seguida, están los ricos banqueros y empresarios, seguros de que ellos son los elegidos porque son los dueños del dinero y con él pueden comprar todo lo que quieran, no tienen ningún reparo en explotar, chantajear, invadir, expropiar, y si es preciso hacer desaparecer todo aquello y a todos aquellos que se interpongan a sus ansias de hacer crecer el montón de dinero que tienen en sus manos.
Y por último estamos los comunes, los de a pie, los que decidimos por temor y que no por esta razón somos menos culpables. Que nos olvidamos de hacer el bien, porque simplemente "no le hacemos mal a nadie". Que con nuetras decisiones o falta de decisión, permitimos que los anteriormente nombrados hagan y deshagan a su antojo. Que nos excusamos en la afirmación de que somos poca cosa mientras que los anteriores tienen poder y dinero. Que no queremos aceptar que si alguien es testigo de una injusticia y no la denuncia o hace algo al respecto, está siendo cómplice; que nos quejamos de que los precios están altos, pero inundamos los centros comerciales cuando se no llama a ello; que nos quejamos de que el dinero no alcanza, pero vivimos muy por encima de nuetras posibilidades y eso nos parece un gran logro; que culpamos a quienes nos gobiernan, pero no nos hemos molestado en analizar las alternativas que había cuando nos llamaron a elecciones sino que nos hemos dejado llevar por la corriente. Nosotros que somos gente toda muy buena y de muy buena familia, que vivimos con lo justo pero que no nos tiembla la mano ni un ápice cuando de derrochar se hable; al fin y al cabo acudimos al llamado de melchor, gastar y malgastar, los tres reyes famosos que hemos idolatrado y ante quienes nos rendimos y postramos tanto como si fueran el mismísimo Juan Carlos y la excelentísima Sofía. Tenemos problemas como todo el mundo, desempleo como cualquier país subdesarrollado, la educación es de las mejores de todo el norte de África; entonces no hay de qué preocuparse; da igual que estemos arrodillados, si lo estamos ante nuestro rey y nuestra reina; da igual que esto sea una dictadura, mientras pueda comprar lo que quiera aunque me endeude hasta la médula; da igual que me engañe este o aquel, al fin y al cabo todos son mentirosos. No me preocupa el límite entre el bien y el mal, yo considero que no hago mal a nadie y eso ya es suficiente, cada quien con sus cargos de conciencia...