Desayunar viendo “7 vidas”, serie que jamás me dejará de arrancar carcajadas.
Leer algún comentario que otro dedicado en Facebook… Porque, detractores o no, las redes sociales están para saber que alguien se acuerda de ti, ¿o miento?
Ver aumentada*** mi cuenta corriente por cobro de trabajos facturados casi tres meses atrás (***Léase aumentada, pero no AUMENTADA)
Mirar escaparates y pensar en comprarme -pero luego no- algo bonito.
Encontrarme inesperadamente a una cara amiga.
Comer teniendo como espectáculo a un grupo de amigas italianas contándose sus hilarantes desventuras en la bella España.
Darme cuenta de que estoy tarareando una canción ajena al mundo.
Esa línea increíblemente bien escrita de mi nueva lectura.
Las ocurrencias de mis alumnos.
Las tonterías de enamorados.
Las batallas diarias familiares durante la cena.
El gol de Ronaldo en el último minuto del partido… (sí, yo tampoco sé por qué si no me gusta ni él ni el fútbol, pero me emocioné ante la perspectiva de tal victoria…)
Pensar en escribir esta entrada.
Porque la vida es… pues eso, la vida, y nos olvidamos de contar las alegrías de cada día antes de irnos a dormir. Hoy me he propuesto hacer de esto una manera de no acostarme cansada y con la sensación de otro día rutinario a las espaldas.
Hoy ha sido un día normal, pero no por ello un día sin más…
¿Te animas a contar tus sonrisas de hoy?