Apasionarse por lo que merece la pena , desdibujar los límites de nuestro horizonte a pesar de saber que con un poco de mala suerte todo el esfuerzo será inútil , pero sintiendo que al menos lo hemos intentado y no hemos permanecido de brazos cruzados esperando a que todo se desintegre y luego lamentarnos de que nadie hace nada , que no nos escuchan, que quejarse es inútil , que hay batallas perdidas de antemano y que para qué gastar las energías que debemos dosificar para seguir culpando a los demás de todo lo que no nos gusta a la misma puerta de casa.
Presentar batalla a ese enemigo invisible que es el silencio y que tanto eco tiene en los que no se acuerdan más que de nuestra gente y nuestra tierra cuando necesitan de nosotros para seguir haciendo más profundo el hoyo en el que la indiferencia ya nos ha concedido nuestro lugar a perpetuidad si no le plantamos cara.
No dar por perdidas esas pequeñas escaramuzas que no hemos empezado ni siquiera a pelear todavía, dejar de hablar de nosotros mismos como si todo estuviese perdido, de hacer la tarea más fácil a quienes les da lo mismo lo que no es suyo y no les duele.
Aprender a defender lo que es nuestro porque solo nosotros sabemos lo que representa para nuestro futuro y el de nuestra gente. Mirar hacia delante convencidos de que somos nosotros y solo nosotros quienes decidimos quién debe pelear a nuestro lado y por nuestros intereses, sin dejarnos llevar por la apatía de la desesperanza.
Actuar, en definitiva. ¿Quién dijo que sería fácil? Y, sin embargo, duele y mucho ver que la técnica bien aprendida de agachar la cabeza y poner en práctica la Ley de Don Concedo les está dando muy buenos resultados a quienes se aprovechan de nuestra indiferencia. ¡Y después nos extrañamos de que de aquellos polvos, vengan estos lodos…!
De la sección de la autora para "Curiosón": "Mi dios de las pequeñas cosas" @MargaritaMarcos2015