Acabo de publicar en varias plataformas un disco, con 10 temas instrumentales.
Le he puesto por nombre "Nocturna, a calm night"
Si pulsan a este enlace pueden acceder a una muestra de las 10 piezas.
Lo pueden encontrar en Spotify, Apple Music, YouTube, Tidal, Amazon, Tiktok y el resto de plataformas.
Yo escribo, compongo música o hago fotografía como un ejercicio de catarsis que me resulta del todo necesario. Es la mejor manera que tengo de purificar las marejadas internas que me agitan.
Y como no tengo sentido de la vergüenza ni pudor, suelo compartir mis ocurrencias por si a alguien aprovechan. Sin más pretensión que despertar un ánimo o interés. Desde luego, nunca he ganado dinero con estas expresiones dispersas de mi sentir, a lo sumo unas céntimas de euro que me ingresó Amazón por el libro sobre el cosmos.
La música que he compuesto y hoy hago pública es melancólica, porque refleja el estado de mi alma. Fueron temas compuestos de noche, en un estudio auxiliar que tengo en la primera planta de mi casa. Los arreglos, la interpretación de instrumentos, la producción, mezcla y edición... todos son míos. Y se nota, porque no son profesionales. En la bodega tengo otro estudio con mejor equipamiento, en el cual jóvenes con talento y experiencia podrían haberme ayudado a sacar a la luz una obra mejor acabada. Pero no quise: esto lo compuse, interpreté y grabé en soledad.
No importa, porque no pretendo hacer pública una obra de éxito o de calidad. Esto es un desahogo que necesitaba compartir; nada más. Nada menos.
La fotografía la hice hace años, en un viaje a la Asturias más recóndita con mi mujer y los niños. Ascendía un puerto por una carretera comarcal, rodeado de una niebla densa. En lo alto, por un momento, las nubes se apartaron y dejaron entrever un ocaso de árboles hechizados por el sol moribundo.
Fue un viaje maravilloso, que recuerdo con una ternura infinita. Los niños eran pequeños. Y ella estaba a mi lado.
Antonio Carrillo.