Deseos de morir y deseos de vivir. Juntos de la mano, estos dos sentimientos caminan por Mi encuentro con Marilou, una película francesa dirigida por Jean Becker. Con un objetivo claro de transmitir, de suscitar emociones en el espectador que inviten a la reflexión, esta cinta refleja dos momentos opuestos de la vida que pueden estar unidos por circunstancias parecidas. La vejez y la adolescencia se funden con timidez en un relato que presenta pocos atractivos visuales pero con un comprometido trabajo de sus actores y sus logrados personajes.
Becker trae a la gran pantalla otra historia en busca de un retrato al ser humano. Para ello, una simple y efectiva trama encuentra a dos personas que jamás se hubiesen cruzado de no ser por la infelicidad que viven. Taillandier, interpretado por Patrick Chesnais, es un viejo pintor malhumorado que, a pesar de tenerlo todo, está a disgusto con su vida. Marilou, encarnada por Jeanne Lambert, una quinceañera despreocupada a la que su madre echa de casa. Casualmente, sus caminos se interponen. Lo que en un principio parece una relación imposible termina siendo una historia de amor. Sin parentescos, sin sexo, sin excusas, ambos van encajando poquito a poco hasta devolver a sus almas el perdido rumbo de sus respectivas existencias. Sus opuestas edades ayudan a suscitar en el otro el deseo y las ganas de vivir y de sentir.
En la parte técnica, la fotografía ralla la suficiencia. Un principio muy oscuro evidencia el camino erróneo de sus protagonistas. Lentamente, la luz va tomando importancia hasta llegar a los planos cálidos en las playas de Normandia. Así es como Marilou y Taillandier comienzan a conectar hasta entablar una relación que parece de padre e hija. Con mucho tacto, Becker logra acercar dos etapas de la vida que se retroalimentan.
El gran punto fuerte del filme son sus actores: unos logrados personajes sorprenden por su conexión y por su profundidad. Tanto uno como otro, imprimen a su papel una naturalidad que proviene de un buen trabajo de estudio de los protagonistas. Esto también eleva la calidad de un guión con las escenas y los diálogos justos. Sin un importante atractivo visual, Mi encuentro con Marilou es una tierna oda encubierta a la búsqueda de la felicidad mediante el amor de la gente cercana.