Cuando comencé con este proyecto, no sabía que tendría una "Escuela de Español," ni la soñaba. Me puse escribir en el Blog porque entre pañales y biberones, me sentía tal vez sola, a veces hasta intelectualmente vacía. Como entretenimiento, me propuse intentar transmitir todo mi conocimiento sobre la enseñanza de español para extranjeros. Y así comenzamos.
Pasaron los meses y los biberones cambiaron por papilla y la hora de salir al mercado laboral me llegó como a otras muchas madres. Había renunciado a mi trabajo como directora de una escuela de español para dedicar más tiempo a mi beba que había nacido y a mi hijo mayor que comenzaba primer grado.
Pero el mundo me llamaba y la economía familiar lo requería y cuándo creí que estaba preparada, el mercado laboral ya no estaba preparado para mí. Mujer, bordeando los cuarenta, dos hijos pequeños, qué importa los años de experiencia, los títulos, ni los masters, mujer desechable.
Económicamente necesitada, mientras tenía algunos alumnos particulares y sin posibilidades de inserción laboral, una noche, una noche terriblemente crucial en mi vida, en un invierno que se despedía, en un pequeño café de Tel-Aviv, vomité a mi mejor amiga la idea que me andaba rondando para producir algunos ingresos (estábamos realmente en la lona y yo muy asustada con los dos niños y sin ninguna ayuda económica, en un país extranjero).
"Voy a abrir un curso" - Le dije - "Un curso de español". Listo, por fin salió para afuera, se iba a hacer realidad. La idea se había transformado en palabras y a los pocos días las palabras, en hechos.
Manos a la obra, a escribir el curso, publicitarlo, pegar carteles en las calles, preparar hojas informativas, marketing telefónico. El primer alumnos anotado, caminar la calle, entrar a tiendas y ofrecer mi curso (si me daba vergüenza, pero tenía que hacerlo, necesitaba el dinero, mis hijos necesitaban ropa, me necesitaban a mí, productiva). Otro alumno más y otro más, llegamos a 5.El mínimo para ganar un poco, si, si lo abro. Y otro más y otro.
Me acuerdo exactamente la fecha, un 7 de julio. Bienvenidos, les dije a los alumnos de mi primer curso. Eran 10. Fue hace ya.... mi beba ya tiene 6 años. Parece tanto tiempo, lo fue, piensen que entonces, no había Whatsapp y parece una eternidad.
Entonces tampoco sabía que era el comienzo de Mi escuela de Español quería un poco de ingresos, salir del pozo económico en el cual nos encontrábamos. Pero, los alumnos querían seguir estudiando y vinieron nuevos iniciales y se abrían uno después del otro, ya con 14 personas. Fueron años de mucho trabajo. Noches sin dormir escribiendo materiales, estudiando cómo promocionarme, facebook, marketing, millones de teléfonos hablados. Recuerdo que entre todas las cosas, salía todas las mañanas a pegar carteles en la calle, con frío, lluvia, calor de 40 grados, día tras día, lo odiaba... pero un día eso dejé de hacer también y ya tuve la posibilidad económica de pagar publicidad... y dejar de "empapelar" la ciudad.
Mujer orquesta, clientes/alumnos, convencidos de hablar con una empresa y yo era todo, hablaba en plural y yo era todos, servicio al cliente, directora de marketing, escritora de materiales, diseñadora, publicista, facebookista, limpiadora, cobradora, ah claro también "la maestra de español".
En el medio muchas otras cosas pasaron, mis papás fallecieron, uno después del otro, el palazo más duro que pasé en mi vida. Ellos allá y yo acá. Y el tiempo seguía pasando y yo sin volver a mi tierra, mis hermanas y mis sobrinos que de 2 pasaron a ser 4, dos de los cuales ni siquiera conocía.
Y a comienzo del año pasado, me propuse que era tiempo de volver, porque siempre es volver. Económicamente ya estábamos mucho mejor (ojo, no creo que con esto nos podamos hacer millonarios). Pero era tiempo de empezar a planear cruzar los océanos. Nuevamente vomité la idea a mi amiga y en el momento que salió, manos a la obra. Pero no era la organización del viaje lo que ocupaba mi mente, ni los créditos que debíamos sacar, sino, Mi escuela de Español. ¿Cómo parar está máquina que ya estaba aceitada? Fue cuando comprendí que era hora de buscar alguien nuevo que acompañe mi camino, qué pueda cuidar y mantener mi creación, mi escuela, mi servicio al cliente, mi limpieza, mi orden, mis materiales, mis alumnos.
Comencé a entrevistar a chicas latinas, hacer pruebas frente a la pizarra y demás. Uf, qué difícil, ¿a quién confiar mi tercer bebé? ¿Quién lo podría hacer como yo? Y entonces apareció Ariana, sin experiencia, con cero hora como maestra o actividad parecida. Pero se paró frente al pizarrón y yo estaba segura de que era ella.
Viajé a Argentina, volví y todo continuó, cuando me fui y hasta hoy. "Español en el Centro" se llama mi escuela, tiene logo, ya reconocido. Cursos iniciales que se abren cada mes y medio, curso intermedio, curso avanzado, talleres de conversacion, cantidad de privados presenciales y online. Yo y Ariana. Ariana y yo. Todavía tenemos mucho por crecer, lo sé. Pero cada cosa a su tiempo, como todo lo que pasó durante estos 6 años. Dios no quería que encuentre trabajo. Quería empujarme a que no me quede más alternativa que ganarme con mis propias manos mi pan.
Y hoy me llamó Ariana y me dijo por Whatsapp: "Vane, quiero simplemente agradecerte por la profesión maravillosa que me regalaste." Miré para atrás, vi todo el camino, lo vi muy claro. Y pensé en ustedes, pensé en todos los que me escriben, me preguntan, consultan, pensé en los que capacité en los últimos años y qué será de sus vidas, pensé en todos aquellos a los que ni siquiera tengo el tiempo de responder. Y pensé que era hora de volver, de volver a las fuentes, al lugar donde todo comenzó.
Anímense, en lo que sea. No es fácil, no, no, no. Requiere muuuuuuuuuucho esfuerzo. Pero vale la pena, en especial hoy que puedo decir y que me doy cuenta que tengo mi propia "Escuela de Español".
Vanesa Bindenmaister