Hace varios meses estas dos nuevas formas de limpiar nuestro cabello estaban a la orden del día y no había medio o persona física que no se hiciera eco de ellas. Quizá fue esto lo que me impulsó a mí a probarlas o quizá fue el hecho de ver que mi pelo estaba cada vez más seco y apagado (aunque no se veía mal ni mucho menos) incluso utilizando mascarillas de gama alta y productos totalmente naturales.
El problema que tuve con este método es que con el paso del tiempo notaba que el pelo se me caía cada vez más y aunque estaba muy suave y con un aspecto maravilloso sentía que me estaba pidiendo a gritos una limpieza de esas que hacen que el cabello chirríe de lo limpio que está. En definitiva, es un método bueno para devolverle a tu pelo la nutrición y el brillo perdidos pero no lo aconsejo para personas que ya lo tengan sano de por si y sobre todo aunque lo hagáis no creo que sea un método que se deba mantener más de un mes o dos pues el pelo realmente se debilita.
Después de eso y como no quería renunciar al brillo y la suavidad conseguidos, investigué un poco y di con el método de lavarse el pelo al revés. Lo cierto, es que al principio me pareció un poco absurdo pues pensaba que al usar primero el acondicionador y luego el champú se me irían todos los beneficios aportados por el primero. Cual fue mi sorpresa cuando al empezar a usarlo me di cuenta de que para nada se pierden los efectos del acondicionador o de la mascarilla aunque lo uses antes del champú. Es cierto que el pelo no queda tan fácil de desenredar pero sin duda los beneficios de estos dos productos se notan y mucho. Otra cosa que he notado al lavar así el pelo es que se engrasa mucho menos y tarda más en estar sucio por lo que es muy aconsejable para las chicas que como yo tengáis el pelo graso.Ahora mismo no me lavo el pelo de otra manera y no creo que vuelva ya al método tradicional porque he encontrado el equilibrio perfecto entre limpieza y nutrición y mi cabello me lo agradece mostrándose sano y con vida.