Mi granito de arena en el reto 7x7 a favor de Gisela

Por Juan Andrés Camacho Fernández @CorredorErrante

Esta es la imagen del comienzo del quinto día del reto de mi amigo y compañero de club Cristóbal, que ha realizado 7 maratones en 7 días consecutivos para dar a conocer el caso de Gisela, joven malagueña con síndrome de Rett, y dar a conocer su causa.

En plena ola de calor (con temperaturas rondando los 40 grados casi a diario), Cristóbal llegaba ya con 4 maratones en las piernas, a entre 3:30 y 4:20, y no queríamos perdernos la oportunidad de acompañarlo.

La ruta a seguir sería la del ya extinto Maratón Internacional Los Pacos, y sus "escuderos", compañeros del Club Atletismo Fuengirola, Club La Senda - Sohail Trail, un representante del Club Triatlón Fuengirola y varios corredores de diversa procedencia.

Algunos les acompañarían por una o dos vueltas, o por tramos; yo tenía totalmente claro que realizaría el maratón íntegro, realizando por vez primera un maratón de asfalto con las Pies Sucios Simna 3.No sería el único "huarachero", ya que Gonzalo, del Grupo Alpino Benalmádena Irontriath correría también con este tipo de calzado, en su caso, unas Luna Sandals Mono con infinidad de kilómetros a cuestas; no importaba el tipo de calzado, la procedencia o el deporte habitual, hoy lo importante era acompañar a Cristóbal en su quinto maratón.Algunos irían en bicicleta, la mayoría, corriendo, hasta mi padre, que continúa con quimioterapia, y que no se quiso perder la oportunidad de guiarnos durante la primera vuelta del maratón, grabada a fuego en su memoria participación tras participación hasta que desapareciese.El comienzo fue tranquilo, callejeando un poco tras salir del recinto ferial, reteniendo (literalmente) mi padre a Cristóbal ya que nos movíamos por debajo de 5:30 el kilómetro, y acabábamos de empezar.

El grupo tras tomar la salida, calentando las piernas

Cristóbal, bien escoltado

Tras dos kilómetros por fin cogimos una buena calle para correr, una de las avenidas de la ciudad, en sentido contrario, liderados por las bicicletas y avanzando en fila india; el tráfico se comportó en esta primera vuelta, y si nos pitaban, era para animarnos y jalearnos.

Nuestro paso por la ciudad fue todo un espectáculo en la primera vuelta; el atletismo comenzaba a olvidarse.


Antes si quiera de darnos cuenta, charlando con unos y otros y poniendo ritmo de carrera, nos encontrábamos ya completando 1/4 de la primera vuelta, entrando en el Paseo marítimo, que recorreríamos de punta a punta.


Corriendo, ya en carretera de doble sentido, por parejas ahora

El grupo, marchando a buen paso

Este tramo, más pesado a priori, se nos pasó también en un suspiro, y al ser totalmente plano nos pasábamos de revoluciones con facilidad; menos mal que mi padre, eufórico, se encargaba de mantenernos a todos a raya, hasta a los compañeros de La Senda, aunque finalmente se dio por vencido y dejó que se adelantasen.

Nuestro paso por Carvajal, de obras


Mi padre, marcando el ritmo


Llegando a la zona de chiringuitos


Los compañeros de La Senda, "rompiendo" el ritmo


"Aquí en la última vuelta quedan solo 10 kilómetros!


A punto de dar la vuelta

Completando el paso por el primer 10k, poco menos de 55 minutos

Comenzaba ya a atardecer cuando recorríamos en sentido inverso el Paseo Marítimo, arropados por los los viandantes, animados por locales y extranjeros y avituallados por nuestros propios compañeros...

Llegando al tramo final de la primera vuelta, nuevamente por el centro de la ciudad, comenzó a caer la noche...


La caída del sol, punto de inflexión del reto, al que quedaban aun dos vueltas...

Llegando nuevamente al recinto ferial finalizamos la primera vuelta, 15 kilómetros en poco más de hora y 25, donde nos despedimos de varios de los corredores (mi padre entre ellos), varios de ellos de La Senda, como Jordi, que nos esperaría varios kilómetros más adelante en un improvisado avituallamiento, con melón y agua.

El grupo iba disminuyendo poco a poco, así como la visibilidad...

Llegando al final del Paseo Marítimo (ida) en la segunda vuelta me adelanté para orinar tras las palmeras de la playa, momento en el que un corredor desconocido esprintó y se vino conmigo; le estuve hablando pero no respondía, y mientras escuchábamos la llamada de la naturaleza, me respondió, con un volumen bastante elevado "¡qué buena idea has tenido!"

Al volver a la carretera me fijé en que iba con cascos; ¡con razón!

El muchacho era Alonso, de La Senda, aunque corría con una equipación de España; quedábamos ya como corredores Cristóbal, él, Rubillo, Adrián (el representante del Club Triatlón Fuengirola, de 15 añitos) Manolo, Fernando y yo.

Adrián nos confesó que nunca había corrido más de 20 kilómetros, por lo que, al pasar por la marca de media maratón (2:05 aproximadamente) todos le felicitamos; quería completar el recorrido, y no se impediríamos, aunque desde luego, no sería fácil.

Rocío se relevaría con Manolo en breve (iba en bici) y nos escoltaban aún 3 ciclistas, Laura, una muchacha que no conocía y Míchel, abriendo el grupo, al que cada vez costaba más avanzar sin problemas, ya que cada vez perdíamos más componentes y ni por la acera, atestada de gente, podíamos avanzar, ni por la carretera, por la que cada vez nos respetaban menos.

Al final de la segunda vuelta (la más corta, de apenas 12 km, y la más rápida, a ritmos superiores incluso a los de la primera vuelta), quedábamos a pie Alonso, Adrián, Rocío, Fernando y yo acompañando a Cristóbal, y ahora, Manolo en bicicleta, portando varios litros de agua a la espalda.

Decidimos ser menos "puristas" y realizar variaciones de pocos metros en la ruta de esta vuelta, corriendo sobre acera en los tramos en los que el atestado paseo nos lo permitía, ya que los conductores cada vez nos pitaban más, pasaban completamente pegados e incluso nos recriminaban nuestro paso, aunque fuésemos en fila india sobre la línea amarilla y escoltados por la bicicleta; al perderse componentes del grupo fuimos perdiendo "autoridad..."

Esperábamos encontrarnos de nuevo a Jordi y su avituallamiento, pero Manolo le estuvo llamando y no hubo manera de contactar con él...

En ningún momento pasamos hambre ni sed, ya que Manolo nos ofrecía barritas energéticas, dátiles, agua, isotónica... y entre todos los lo íbamos pasando cada pocos kilómetros.

Pasaban los kilómetros y Cristóbal nos hizo apretar el ritmo, pero pocos kilómetros después, llegando al final de Carvajal por última vez, volvimos a reajustarlo; nadie se quedaría atrás, esto estaba ya finiquitado.

Uno de los corredores a los que más atención prestábamos era Adrián, cada vez más callado y a rueda del grupo, pero si se descolgaba un poco, lo animábamos y "recogíamos" hasta que se ponía a ritmo de nuevo.

Llegando al carril bici nos encontramos con José Antonio "Cuco", compañero del club, que comenzó a animarnos, sobre todo a Cristóbal, que estaba pasando por un bache mental (el hombre del mazo...), y de repente, Adrián echó a correr y fue poniendo tierra de por medio, así como Alonso con Rocío.

Fernando y yo seguíamos con Cristóbal, y al final del carril bici (desde nuestra perspectiva), enfrente del hotel Ángela, tuvimos un inesperado avituallamiento... ¡mi padre!

Había clavado nuestro tiempo de paso (de hecho, nos regañó en la segunda vuelta al percatarse de que habíamos pasado 6 minutos más rápido del ritmo que nos había marcado en la primera vuelta), y nos esperaba con agua fría para beber y refrescarnos.

La temperatura era horrible, así que lo agradecimos muchísimo, así como aníminamente, ya que nos impulsó mucho, y sobre todo, creo que a Cristóbal le vino genial, ya que volvió poco a poco a su optimismo habitual, aunque se le veía muy consumido (normal tras correr ya casi 5 maratones seguidos...).

Sobre el kilómetro 37 Adrián se enfrentó también al hombre del mazo, pero decidimos seguir todos juntos... lo que unió ese maratón solidario y clandestino no está escrito...

Kilómetro a kilómetro fuimos cubriendo toda la última vuelta hasta llegar al recinto ferial, donde mi padre nos avitualló de nuevo y se unió a nosotros para completar los dos últimos kilómetros.

Cristóbal arrancó en sprint de pronto bajando por la avenida, y me puse a su ritmo, aunque, "regañado" por mi padre, bajó el ritmo y continuamos juntos.

Adrián comenzaba a quedarse atrás, pero nos fuimos acomodando en el ritmo y afrontamos juntos la última subida... ya solo quedaba ascender la suave pendiente del recinto ferial, cuyos últimos metros recorrimos juntos, andando en paralelo, con las manos en alto.


Emotivísima llegada a meta; 4:11:20, 5/5 para Cristóbal

De izquierda a derecha estamos un servidor, Cristóbal, mi padre, Manolo, Adrián, Fernando, Alonso y, a la bici, Rocío.

Llegamos a meta, donde nos esperaba la familia de Adrián, muy presente sobre todo en las últimas vueltas, y nos dirigimos todos juntos a la primera peña abierta en el recinto ferial para celebrar este temporalmente resucitado Maratón de Los Pacos, debut de Adrián en la distancia y gran experiencia para todos.

Acabamos brindando en la Peña Moto Club de Fuengirola, con un gran trato al cliente y un refrigerio que no supo a gloria.


Felicidad supina


Publicidad encubierta para los Beer Runners... pero yo bebí isotónica ;)

En lo personal ha sido el único maratón de mi vida en el que no me he enfrentado al tío del mazo (era de esperar por el ritmo, muy suave), pero al haber estado entrenando fuerte toda la semana, no sabía si acabaría entero o no; la siguiente sesión la acabé a un ritmo cercano a 4:20, así que sí, muscularmente perfecto, anímicamente fenomenal y con los pies estupendos con las Simna.

¿Y Cristóbal?

Pues a las 7 de la mañana del día siguiente (terminando pasadas las 1 de la mañana en Fuengirola y viviendo él en Málaga) comenzó su sexto maratón, y el domingo finalizó, como un titán, el séptimo.


¡Ole, ole y ole!

7 maratones en 7 días, casi 300 kilómetros en una semana... y realizando los más rápidos a ritmos medios cercanos a 5 minutos el kilómetro y los más lentos a 6, con una ola de calor descomunal y en una jornada laboral normal.

No solo hablamos de un gran deportista, sino de una gran persona, que ha apoyado una noble causa de la mejor forma que ha podido, y ha cumplido con creces.

Gisela y su familia están de enhorabuena, doy las gracias al deporte por haber conocido a este pedazo de atleta y de persona, y por haber podido compartir ese quinto maratón con él, aportando con mi compañía un granito de arena a este inmenso reto.

Si alguien quiere colaborar económicamente, el número de cuenta para ello es

0049 4988 50 2695 0935 91, del Santander, aunque simplemente dando difusión a este reto solidario (que no personal, si se lo plantea se hace los 7 maratones uno detrás de otro), contribuyes a su causa.

En el Facebook de Cristóbal podeís releer el seguimiento de cada etapa y los diferentes momentos por los que ha pasado.

Os dejo la ruta que seguimos en la 5ª jornada en este enlace.

Un abrazo.