El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, también llamado TDAH es un trastorno del comportamiento que se caracteriza por atención breve, inquietud motora, inestabilidad emocional y conductas impulsivas.
Su existencia ha sido objeto de debate dentro del ámbito científico, el psicoanalista infantil español y sobrino-nieto de Freud, Joseph Knobel postula que el TDAH no existe que es un “invento de la sociedad de inmediatez en la que vivimos que nos lleva a la hipermedicalización de los niños que son más movidos”.
No es mi objetivo debatir sobre su existencia, cada padre que se encuentre en la situación deberá decidir qué camino seguir disponiendo de la máxima información posible.
Una de las señales muy tempranas que puede alertar sobre la presencia en nuestros hijos de este trastorno, es que siendo bebes no comienzan a andar sino que pasan directamente a correr, pero será hasta la etapa escolar en donde aparecen realmente los síntomas consistentes en:
- tiene dificultad para mantener la atención durante un tiempo prolongado.
- no presta atención a los detalles.
- presenta dificultades para finalizar tareas.
- le cuesta escuchar, seguir órdenes e instrucciones.
- es desorganizado en sus tareas y actividades.
- suele perder u olvidar objetos.
- se distrae con facilidad.
- no concluye lo que empieza.
- evita las actividades que requieren un nivel de atención sostenido.
- cambia frecuentemente de conversación.
- presenta dificultades para seguir las normas o detalles de los juegos.
- sueña despierto/fantasea demasiado.
- se mueve en momentos en los que no resulta adecuado.
- le cuesta permanecer quieto cuando es necesario.
- habla en exceso.
- hace ruidos constantemente, incluso en actividades tranquilas.
- tiene dificultad para relajarse.
- cambia de actividad sin finalizar ninguna.
- tiene falta de constancia.
- es impaciente.
- tiene problemas para esperar su turno.
- no piensa antes de actuar.
- interrumpe constantemente a los demás.
- tiene respuestas prepotentes: espontáneas y dominantes.
- tiende a “toquetearlo” todo.
- suele tener conflictos con los adultos.
- Tiene problemas para controlar sus emociones.
El TDAH puede mostrar sólo déficit de atención en cuyo caso los niños no suelen ni moverse ni hablar en exceso pero presentan problemas académicos por falta de atención, únicamente síntomas de impulsividad-hiperactividad o el más frecuente que combina los síntomas de desatención con los de impulsividad-hiperactividad.
Qué los niños estén perdidos en sus particulares mundos sin prestar atención, que sean muy activos o que no controlen sus impulsos, es algo habitual en la infancia. El Manual para el diagnóstico de trastornos mentales (DSM-5) nos indica que para que hablemos de TDAH se deben cumplir los siguientes criterios:
- manifiesta estas conductas o algunas de ellas de forma desproporcionada comparado con los otros niños de su edad y respecto a su grado de desarrollo. Por eso, son muchas veces los profesores los que más rápidamente se percatan del problema ya que en las aulas disponen de niños con la misma edad y madurez para poder establecer comparaciones realistas.
- está presente desde una edad temprana (antes de los 12 años). Pese a que pueda existir sospecha clínica en niños de menos de 6 años el diagnóstico de TDAH requiere haber superado esta edad.
- afecta en al menos dos ambientes distintos de la vida del niño: escolar, social y/o familiar.
- no es causado por un problema médico, tóxico u otro problema psiquiátrico.
La causa fisiológica se atribuye principalmente al mal funcionamiento de los ganglios basales y los lóbulos frontales, estos órganos cerebrales intervienen en el control de la conducta, en la solución de problemas y en la capacidad para mantener la atención. En personas sin TDAH estas estructuras poseen dopamina y noradrenalina en grandes cantidades mientras que en las personas con TDAH su cantidad es insuficiente.
Las causas del TDAH se deben a factores principalmente genéticos. El TDAH tiene una heredabilidad del 76 %. Se calcula además que en torno a un 6% de niños en edad escolar poseen TDAH.
Diagnosticar TDAH no es sencillo es importante acudir a un profesional de la salud especializado para que pueda realizar un diagnóstico clínico apropiado.
Los niños que tienen TDAH pueden mejorar con tratamiento, pero no hay cura. Hay tres tipos básicos de tratamiento:
- Medicamentos. En España, el único estimulante aceptado es el metilfenidato, comercializado con el nombre de Rubifen (de efecto inmediato) o Concerta (de liberación prolongada).
- Terapia. La terapia cognitivo-conductual puede ayudar a enseñar a los niños a controlar su comportamiento.
- Combinación de terapia y medicamentos. Este parece hoy en día el mejor tratamiento.
Como hemos comentado antes, muchas veces son los profesores los que primero detectan el TDAH, ya que el entorno escolar es un ámbito que exige una atención continuada y las acciones motoras están más limitadas. Lo habitual es que los profesores comiencen por comentar a los padres que los niños no paran quietos, que se levantan continuamente… Hacia los diez años percibirán que hablan demasiado, que canturrean, que buscan escusas para ponerse de pie, que no acaban los ejercicios…
Poco a poco la hiperactividad va remitiendo con la edad, motivo por el cual antiguamente se pensaba que tan sólo había que esperar a la pubertad para que se les “fuera pasando”, sin embargo la inatención es muy persistente y puede generar problemas serios en la etapa adulta.
Muchos adultos tienen TDAH y no lo saben. Lo más probable es que les resulte difícil organizarse, conservar su trabajo, llegar a tiempo a las citas… Un diagnóstico siempre supone un alivio porque abre un camino hacia la mejoría y ofrece una explicación que calma la incertidumbre.