Una de las películas del cine europeo de los 90s que más me fascinaron, fue sin lugar a dudas “Mon Homme” (1996) del director francés Bertrand Blier, especializado en contar historias de gente marginada. Mon Homme es una especie de comedia negra, donde al igual que en la más pura realidad cotidiana, se mezcla lo absurdo, lo irónico, lo grotesco y como no, lo más verídico.
Mon Homme, en español Mi Hombre, cuenta la historia de una joven, guapa y simpática prostituta que trabaja por cuenta propia, vive y recibe en su propio apartamento, escuchando siempre música de Barry White, interpretada a la perfección por la actriz Anouk Grinberg, con esa carita de ángel tan parecida a mi adorada Juliette Binoche. Marie, que así es como se llama la prostituta, es una chispita feliz que vive encantada de prostituirse, trata con igual encanto a jóvenes, adultos y ancianos (no pude evitar soltar una carcajada cuando se le aparece un antiguo cliente muy viejito y ella le suelta eso de: “Pero si ya le creía muerto”), hasta que un buen día se encuentra en la entrada de su edificio a un vagabundo echado en el suelo, y por caridad decide llevárselo a su casa, ahí empezarán los problemas.
Jeannot, el vagabundo en cuestión, interpretado en aquel entonces por el hercúleo y guapazo actor francés Gérard Lanvin, es en realidad un proxeneta que recluta jovencitas para vivir de las ganancias que generan estas. Marie le propone que sea su chulo, y lo más curioso: se enamora perdidamente de él, quien acepta encantado. En principio los días transcurren de la siguiente manera: ella trabaja en casa de día follando con los clientes, mientras él deambula por ahí follando con otras mujeres, hasta que tropieza con una rubia hechizante bautizándola como Sanguine, y la recluta también como prostituta a espaldas de Marie. Resultado: ya tenemos el triángulo amoroso que sabemos terminará mal...
Te cambio cuatro tortazos por un rodillazo en los huevos, ja, ja, ja, ja...
Para colmo, un policía infiltrado descubre a Sanguine en su trabajo y por ende llegan hasta Jeanott, quien es detenido y puesto a disposición judicial. No hay que perderse la escena del interrogatorio donde vuelan tortazos a mansalva, los tortazos en la película son de una calidad excepcional, el Marqués de Sade estaría orgulloso de verlo. Total, Jeanott es condenado a medio año de prisión.
Después de la sentencia, Marie sale con Sanguine, primero van a una disco, donde se ponen moradas de chupitos, luego a una iglesia, y para acabar a un bar cualquiera, Marie decide firmemente dejar la prostitución, ser una esposa y tener un par de hijos, y para ello se levanta de la mesa del bar y le dice a Sanguine que el destino la está llamando, recién acababa de entrar un hombre rebuscando en los bolsillos unas monedas para tomar un café, cuando ella lo aborda y le cuenta toda la historia, es una exprostituta que quiere casarse y tener dos hijos, si antes veíamos a una prostituta enamorada, ahora vemos a una que deja los bártulos para transformarse en maruja.
El hombre en cuestión es el guapazo actor Olivier Martínez, que en aquella época contaba con treinta años bien puestos, y no había abusado del gimnasio como en la posterior película del 2002 “Infiel” junto a Richard Gere. Olivier es todo un semental, en cuya lista figuran coños como: Juliette Binoche, Mira Sorvino, Kylie Minogue, Elsa Pataky, Goya Toledo, o recientemente con Halle Berry. Bien, el hombre acepta, se casan, tienen los dos hijos, mientras tanto pasa el tiempo y Jeanott sale de la cárcel.
Es aquí donde el director hace una parada referente a Marie para deleitarnos con la bonita historia de Bérangère, una curiosa mujer que vive en una casa de campo al lado de la cárcel, su única afición es esperar cada día a que salga algún preso para invitarlo a su casa, y como es de suponer Jeanott acepta su invitación. OjO con la escena del reloj de cucú, es muy graciosa, y sobre todo cuando le cae a él el café sobre los pantalones y ella se pone a secárselo, y lo mira fijamente diciéndole: “Su pantalón está lleno de café”, hilarante... Se podría hacer muy bien otra película con la vida de esta mujer.
Para terminar volvemos a la vida de la familia de Marie, su marido Jean-François no ha encontrado trabajo y ni siquiera sabe mendigar, por lo tanto Marie recurre de nuevo a su viejo trabajo de prostituta, sale a la calle pero tampoco es ya lo mismo, algo ha cambiado; para colmo cuando vuelve a casa del brazo de Sanguine, quien está embarazada, se encuentran con que tienen visita: es Jeanott...
La fotografía es exquisita, los actores bordan sus papeles a la perfección, y encima la música es todo un acierto, además de varios temas del inconfundible Barry White, el director recurre a obras del ruso Henryk Mikolaj Gorecki, con esos coros y voces de barítonos y sopranos. También cabe destacar el hecho de que para hablar de sexo no hay nada mejor que un francés, porque Francia no fue nunca el país del amor, no, es y ha sido siempre el paraíso del sexo, eso sí, por eso veo y comprendo las imágenes con una naturalidad que nadie de ningún otro país puede expresar de esa manera, así lo siento yo. Y como broche de oro unas palabras del director de esta maravillosa película que declaro ya mismo Altamente Recomendable.
"Es quizá un cuento de hadas, pero un cuento de hadas serio... Es un poco la historia de una joven prostituta que cuenta una historia maravillosa, luego su historia se ve truncada por su chulo, y finalmente descubre otra historia, verdadera, más autentica y quizá mucho más maravillosa que la narrada por ella al principio" comentaba Blier en rueda de prensa del Festival de Berlín en 1996.
"Nunca he realizado un filme serio. Mis maestros han sido los cineastas italianos que mezclaban las risas y las emociones. Con Mi hombre no quería hacer un melodrama, sino una comedia en un tono ligero en la que resaltar el dramatismo de ciertas escenas. Además, yo soy de los que sostienen que el humor consiste en reirse de las cosas dramáticas de la vida y, sobre todo, de uno mismo".
MMXI = XIM+M