Mi hospital me pone enfermo

Por Iñaki González @goroji

No, tranquilos, aunque por el título lo parezca, no es una crítica a mi FHC, aunque hay días que se lo merezca. No es un post de liberación de malos rollos laborales, de los que escribíamos hace 6 años cuando nació el blog.

Ésta pretende ser una entrada y una reflexión en voz alta sobre la cantidad de peligros que tenemos cuando accedemos a un recinto hospitalario en calidad de pacientes.

Bajo el título Por qué los hospitales nos enferman (y no es por las bacterias) que se publicaba hace unos días en la web de noticias de la BBC, hacían un particular repaso sobre los motivos por los que podemos caer enfermos tras nuestro paso por el hospital, y que van más allá de las infecciones nosocomiales.

En una serie de artículos en las revistas académicas de medicina más respetadas, el investigador ha desarrollado el concepto de síndrome post-hospitalario (PHS, por sus siglas en inglés), al que define como "un periodo adquirido, transitorio, de riesgo generalizado". "Mi hipótesis es que esto ocurre por el efecto acumulado de muchas afrentas al cuerpo, de todo el estrés procedente de muchas direcciones distintas", apunta. "¿Qué les hacemos? Les privamos de sueño, los alimentamos mal, les estresamos, alteramos sus ritmos circadianos (que regulan las horas de sueño y de vigilia), los obligamos a quedarse en una cama y los dejamos fuera de forma, los confundimos (al ponerlos en contacto) con un montón de personas distintas y nuevas rutinas y no les damos ningún control (sobre lo que ocurre)".

¿De verdad somos tan malos en los hospitales para que todo esto ocurra? ¿No será que hemos olvidado tratar al paciente como lo que son, personas, y no como un proceso o patología?

Los profesionales estamos inmersos en nuestras guerras internas, entre compañeros, entre categorías profesionales, y muchas veces nos cuesta esgrimir nuestra mejor arma: una sonrisa dirigida a los pacientes, y un trato más humano, que no les haga perder su identidad como personas, que no les haga perder su autoestima.

Y quizas los gestores sanitarios tengamos que ser los primeros en romper una lanza y entonar un "mea culpa" para generar el clima de confianza en la plantilla y las condiciones laborales más favorables para que los profesionales de "a pie" sólo tengan que dedicarse a lo que realmente importa: las personas.

¿Quién se apunta?