Así de claro. Te piensas que la inseminación ha fallado. Te pones de un mal humor increíble. Pero aquel fin de semana pasa... y no te viene la regla. Sigues, durante los días siguientes, con los pechos muy sensibles, con dolor, un dolor que no conoces, pero hay personas que te dicen que esto puede ser el síndrome premenstrual. Y como nunca antes te has inseminado, crees que quizás la medicación te está dando estos síntomas.
- Bien, según las estadísticas, tampoco es fácil quedarte a la primera – te consuelas pensando -. Lo volveremos a intentar. Como mínimo, ya sé de qué va.
Los días siguen pasando y ya estamos en el día que te tiene que venir la regla. Pero no te viene. Cada vez que vas al lavabo te bajas la ropa interior con temor a la temible mancha. Pero no está. Y aquel sábado, de aquella maravillosa semana, te despiertas, vas al lavabo (que cada vez es más frecuente), vuelves a la cama y piensas:
- Estoy embarazada.
Te pones la mano en la barriga y lo piensas, no sabes por qué. Una intuición, una sensación, lo que sea, pero lo piensas. Pero, siguiendo órdenes médicas, todavía tienes que esperar unos días para hacerte la prueba. Y durante estos días es una lucha entre saber interiormente que estás embarazada y los miedos que una misma se impone: a ver si será un embarazo psicológico, a ver si me vendrá la regla cuando menos me lo espere... Pero llega el día de hacerse la prueba.