Mi lucha de Karl Ove Knausgård pero primero, un ejercicio de escritura personal

Por Dayana Hernandez

2016, un año que en sus inicios ha estado lleno de indecisiones, pero el destino o la coincidencia, como quiera llamársele, se ha encargado de tomar varias decisiones por mi. Me ha sorprendido con sus excentricidades. Nunca hablo de mí de forma clara porque la claridad me aburre, me gusta enturbiar mis experiencias con el misterio y convertirlas en algo así como un fragmento literario incomprensible pero cargado de información. Eso no está mal, si eres el autor de tu propia vida puedes darle el tono que desees, otros, como lectores, se encargarán de sacar sus propias conclusiones. Los primeros meses me han dejado un gran vacío; lo que fue mi vida durante varios años de repente colapsó, y no es que no lo viese venir, hubo señales por todas partes. He tenido que tomar la decisión de alejarme de amigos que amo sinceramente, que me hacen bien, personas excepcionales debo decir. Ya no podía dar más de mi (siempre hay algo que debes dar).En la turbulencia de todos estos cambios entendí que soy solo una pieza no indispensable de toda esa estructura; me sumí en la soledad y la angustia, mi familia sufrió, yo sufrí más. La tristeza de sentirme perdida en mi propia conciencia me llevó a límites extraños de razonamiento. ¿Cómo podría imaginar que después de acostumbrarme a ese tedioso estado y justo en un momento tan abrumador podrían sucederme cosas buenas?, esto aún me lo cuestiono, pero ya no importa cuestionar. Entre lo más relevante y lo más insólito fue empezar a amar de nuevo. Esto no es un recurso narrativo pero podría ser el inicio de una buena historia y eso me satisface: estaba sola, sentada en un bar leyendo a Dostoyevski y de repente se me presenta la oportunidad de recuperarme, ¡de volver a sentir!, díganme ¿No es el perfecto inicio de una historia?, bueno, lo es para mí. No se lo que pasará mañana, que tan contraproducente será esta sucesión de hechos. Que efecto tendrán todos estos movimientos y gestos que el cuerpo produce con la intención de demostrar cariño. Lo que sí se, es que sobreviviré a mi estado humano, tarde o temprano, no porque sea foránea pero porque naturalmente a todos nos sucederá, así que tener un poco de confianza en lo que somos y lo que hacemos no está de más. Hay que tener fe en nuestro propio delirio o el ambiente se aprovecha y te consume. Hoy tengo más lucidez que nunca, y eso me da un poco de miedo pero me va muy bien. Conocerme así es algo que jamás creí lograr, pero es vital porque nadie más que nosotros mismos puede entender las profundas metamorfosis físicas y mentales por las que pasamos y solo cada uno de nosotros en la noche de nuestro día podemos llegar a dilucidar quién verdaderamente somos.

En materia de libros, leer enriquece cada vez más y más. Me emociono al pensar en la intimidad de la conexión con un autor o con sus experiencias. El mundo es pequeño cuando se llega a entender que la vida es la misma en el corazón, lo que cambian son los paisajes y los matices, algunos más coloridos y felices, otros más sórdidos, más tristes, pero vida al fin y eso basta para unirnos. ¿Que misterio tan simple o complejo reside detrás de todo esto? Eso es, creo, lo que la literatura busca responder, el por qué somos lo que somos. Esta es la razón por la cual leemos. La confusión colectiva de ser de carne y hueso es lo que nos impulsa a creaciones sublimes en el papel. Leo ahora Mi lucha de Karl Ove Knausgård, apenas leo el primer libro y ya sé que tendré que leerlos todos. Es un proyecto autobiográfico ambicioso, el  autor describe sus experiencias y sus sentimientos de una manera sincera y reflexiva. El recuerdo de los detalles es admirable. Todo el libro es una gran confesión de su existencia, de lo que por lo general nos guardaríamos. Valoro la valentía con la que el autor ha emprendido esta obra privada y la ha hecho pública para sin duda enriquecerse en la exploración de sus más íntimas luchas y encontrar la paz y como esto a su vez inevitablemente nos hace reflexionar en la importancia de las nuestras. A continuación un pequeño y hermoso fragmento del primer libro, La muerte del padre:

      Ocurren un montón de cosas en la pequeña vida cotidiana, pero lo que ocurre, ocurre todo el tiempo dentro del mismo marco, y eso, más que ninguna otra cosa ha cambiado mi imagen del tiempo. Antes veía el tiempo como un trayecto que hay que recorrer y el futuro como un proyecto para mucho más adelante, tal vez brillante, pero al menos nunca aburrido; en este momento está entretejido con la vida de aquí y ahora de una manera diferente. Si tuviera que describirlo mediante una imagen, sería la de un barco dentro de una esclusa: de un modo tan lento como ineludible, la vida es elevada por el tiempo, que entra constantemente a pequeños chorros de todos los lados. Excepto en los detalles, todo se parece a sí mismo. Y cada día que pasa crece la añoranza por ese momento en que la vida llega al borde, por ese momento en que se abra la compuerta y la vida por fin avance.