Anagrama reedita esta breve semblanza (80 páginas) de Richard Ford sobre su madre. Con su habitual talento, el autor narra los primeros tiempos de sus padres y de sus abuelos y, luego, cuando uno ya ha entrado en el meollo, Ford ataca y nos cuenta la enfermedad de su madre, sus relaciones con ella y su muerte. Hay un pasaje en el que dicha mujer comprueba que él quiere ser escritor y lo que se dice en ese pasaje lo he vivido yo muchas veces, no con mi madre, sino con amigos y otros familiares. Ford cuenta: Observaba mis esfuerzos para ser escritor y no terminaba de entenderlos. “Pero, ¿cuándo buscarás trabajo y te asentarás?”, me preguntó una vez. Es una bella despedida de la que copio este fragmento:
No quiero decir que nuestra existencia discurriese al margen de la perspectiva y el prisma de la muerte. Nadie, me parece, puede perder a uno de sus padres y no vivir a la espera de que el otro muera de repente o comience a morir. La alegría de sobrevivir está teñida por la dolorosa certeza de que no puedes sobrevivir. Y durante aquellos días en casi todo lo que veía de la vida de mi madre leía su muerte. Buscaba la enfermedad. Escuchaba con demasiado cuidado sus quejas. Imaginaba oscuramente su muerte, así como mi propio horror por ella; me sometía a un tratamiento preventivo para no hundirme por completo cuando llegara el momento.
[Traducción de Marco Aurelio Galmarini]