El otro día álguien me decía que debería escribir un libro sobre mi manera de vivir! Seguramente no es tan especial, como para merecer un libro, quizás basten estos escritos en este Blog para explicar lo que hago, casi a diario.
Aún así, me parece difícil explicar todo aquello que vivo y cómo lo vivo. Las personas que me conocen personalmente saben que vivo lo mismo que escribo. Mi única cualidad es haber aprendido a expresarlo, sin miedo! Por lo demás, vivo en la misma ciudad que casi dos millones de personas, en las mismas calles, plazas, edificios, jardines, etc. Pero quizás mi forma de vivir sea hacerlo intensamente, sabiendo coinvertir en mágica cualquier situación, por ordinaria que sea, Eso es una ventaja, aunque también un incordio, pues pocas personas que conozco lo viven igual que yo. Ante una misma situación, cada uno la siente y la vive a su manera. Y eso provoca más de un maltendido, pues a veces me gusta pensar que los que comparten conmigo estos momentos los sienten igual que yo…
Durante muchos años, yo surfeaba por la vida, como la mayoría de gente hace en su vida de cada día. Me encontraba personas, pasaba por lugares y vivía momentos que pasaban desapercibidos por mí. No atendía a los detalles, obsesionado en vivir cuanto más mejor! Ese es el gran engaño de nuestro mundo, obligarnos a vivir muchas cosas, pero sin atenderlas realmente y mucho menos, vivirlas desde el corazón. Mientras que la mente necesita una agenda llena de compromisos y obligaciones, nuestro corazón necesita pura y simplemente atención, atención a los que siente en cada momento…
Ni que decir tiene que esa obsesión por llenarse la vida de citas y deberes es algo que provoca ansiedad y, lo que es peor, vacío. Vacío existencial. Cuanto más, más infelicidad e insatisfacción! Es una pemanente huida hacia adelante, sin llevarte a ningún lugar. En cambio, cuando vives desde el corazón, eres capaz de fijarte en las hojas de los árboles que te encuentras a tu paso, ver y sentir cada rincón por el que pasas cada día diferente y especial. Y cada persona que te cruzas, la ves como álguien especial que te trae una oportunidad, del tipo que sea. Eso, para mí, es vivir el ahora, sin más!
Hay personas que se sorprenden de mi aparentemente intensa actividad. Y no es que haga muchas cosas, sino que las vivo con intensidad. Y no necesito experiencias artificialmente estimulantes para vibrar. Cualquier situación, por ordinaria que parezca, es una oportunidad para vibrar, sintiendo más. El día que descubres esta Verdad, la vida cambia de repente y dejas de correr, en un mundo que premia solo a los que corren… vacíos! Cuando empiezas a vivir así aprendes, además, que no hace falta provocar situaciones, sino que la vida te va provoyendo de ellas. Algunas para animarte a seguir, otras para despertarte cuando te conformas con lo que haces o tienes y otras más para que pares y empieces de nuevo a sentir desde dentro lo que estás viviendo. Cada una llega en el preciso oportuno, aunque tuviéramos otros planes para nuestra vida.
Ese mismo día descubres que el amor y la felicidad no son sueños inalcanzables porque van deprisa, sino que están escondidos en esos pequeños pliegues insignificantes del día a día que vives, cuando estás atento y vives la vida desde el corazón!