Hija: no hay palabras para expresarte el inmenso orgullo que siento por ti y la dicha que me das todos los días. Eres una niña enorme, eres una campeona de la vida. Me da tanta felicidad verte cumplir tus metas, siéntete grande y capaz porque lo eres. Deseo que siempre sigas poniéndote metas en tu vida y tengas claro que todo lo puedes lograr, deseo que esa chispa que te caracteriza y esa perseverancia nunca falten en tus días. Lo has demostrado tantas veces, que hoy para mi eres inspiración y un ejemplo a seguir. Te amamos mi niña.
Desde que Constanza llegó a mi vida, desde ese preciso momento en que la vi llorar con tanta fuerza y le pude dar un beso en su tibia frente, me llenó de un orgullo inmenso, tan grande que quería que todo el mundo llegara al hospital, sólo para conocer a esa hermosa niña que acababa de nacer.
Tenía tantos miedos y tantas dudas acerca de cómo criarla, era muy joven y sólo deseaba ser una buena madre para ella. Los años han transcurrido rápidamente y he tenido el privilegio de verla crecer. Año con año han sido de grandes aprendizajes y logros. Desde sus primeros pasos, sus palabras, sus clases de ballet y después de gimnasia, siempre me ha hecho sentir orgullosa.
Recuerdo cuando paso a kinder 3. Era para mi un bebé y fue elegida para salir en la escolta. Me sentía toda una mamá pavo real. Recuerdo que la cambie de escuela y una de mis preocupaciones era saber que perdería su lugar de la escolta, pero era un cambio necesario así que nos fuimos a un nuevo kinder. Se acercaba el momento de finalizar el curso, y entonces me llegó un citatorio. ¿Qué pasa con mi Constanza? me cuestioné y llegué preocupada a la cita. Había otros cuantos papás citados. La maestra nos preguntó por qué pensábamos que la cita era necesariamente porque pasaba algo malo con los niños, o peor aún, por qué creíamos que se habían portado mal. La cita era para felicitarnos porque nuestros niños destacaban por su desempeño escolar y por ese motivo habían sido elegidos para formar la escolta que entregaría la bandera a la nueva generación. Otra vez me sentía llena de orgullo, el cambio había valido la pena y Constanza nuevamente se había ganado un lugar en la escolta.
Después llegamos a la primaria. La adaptación fue dura para ambas, pero pese a todo, Constaza siempre trajo notas satisfactorias. Cuando paso a tercer grado, me dijo con gran convicción: mamá este año voy a obtener un diploma. Con esa firme convicción, lo logró, y a fin de año me lleve una grata sorpresa. La verdad es que ni siquiera fuimos a la ceremonia pues había olvidado que mi hija tenía un propósito.
Con la misma convicción que dijo que sacaría un diploma, me dijo que quería ser niña de la escolta. Y este viernes en junta, totalmente sorprendida, he recibido la noticia de que Coni formará parte de la escolta. Sabía que la competencia era dura pues en su salón hay muchos alumnos brillantes, y más de uno anhelaba ser de los cuatro elegidos, sin embargo, mi hija me volvió a dar la lección de que cuando algo se desea con fuerza y se trabaja con esfuerzo, los sueños se cumplen.
No les puedo explicar todo el jubilo que aún traigo, pero ya se podrán imaginar que alegre me siento y que orgullosa me siento de mi niña. Por lo pronto ya iremos a celebrar su logro.