Pero estar en alerta constante es muy difícil, y todas han caído alguna que otra vez. A Maleni se le vio el plumero cuando, en lugar de decir “algunos quieren que me vaya [del ministerio] desde hace mucho tiempo”, dijo “soy objeto del deseo de algunos para que me vaya desde hace mucho tiempo”, frase absurda y sin sentido donde las haya si no tuviéramos en cuenta que fue una traición de su subconsciente femenino. Carmen Calvo se encargó de recordarnos que ella usa bragas cuando soltó aquello de “Me gusta madrugar para poder pasar más rato en el baño. Allí leo el periódico, oigo la radio, oigo música, y hablo por teléfono en bragas con los alcaldes.” Por supuesto, no fuéramos a pensar que su armario está lleno de boxers de Calvin Klein. A Fernández de la Vega, Salgado y Sinde las han pillado en bañador, intentando ponerse morenitas, como a cualquiera de nosotras.
Chacón está al borde del ataque de ansiedad, cada vez mueren más militares españoles en Afganistán, y desconecta de las tensiones jugando a la Nancy y sus vestiditos. Y claro, como ya no tiene su Nancy ha cogido a los legionarios, que es lo que tiene más a mano. Empezó prohibiendo las patillas, las barbas frondosas y la camisa abierta. Ahora ha decidido cambiar su tradicional gorro con borla por una boina granate. ¿Motivo? Reconce que se trata sólo de “mejorar su estética”. Verdaderamente, un aspecto que para un Ministro de Defensa debe resultar fundamental. Ha lanzado la idea con bastante miedito, porque reconoce que “primero habrá que comprobar cómo reaccionan los legionarios, ya que el chapiri es una seña de identidad y tradición y puede causar mucho malestar”. Y a causa de ese miedito, no ha tenido ovarios para imponer la boina desde ya. Va a hacerlo en dos fases, a ver si así los lejías no se le lanzan a la yugular. Primero se eliminará en las misiones internacionales en las que participe la Legión y más adelante se impondrá la boina en todos los Tercios. Si yo fuera legionario estaría temblando. El día menos pensado les pone unos zapatos de Jimmy Choo y una pulserita de Tous.
Con lo mona que estaba Gwendoline, la Nancy legionaria que los Morancos tenían encima del televisor.