Editorial: Alfaguara, 2017
Cincuenta años después, Eileen Dunlop relata lo que hizo la semana anterior a irse de su pueblo, X-ville, para nunca más volver.
La publicidad promociona "Mi nombre era Eileen" como: "Un thriller espeluznante, hipnótico y divertido. Una primera novela poderosa, que cautiva y perturba al lector. La voz de Ottessa Moshfegh irrumpe con fuerza en las letras norteamericanas." Lamentablemente, no es esto lo que se puede encontrar entre sus páginas.
Narrada en primera persona por su protagonista, la Eileen del título, resulta difícil encontrar algo divertido en el pormenorizado relato que hace de su vida rutinaria y deprimente. Anoréxica, ladrona, trabaja en un correccional, vive en una casa sucia y ruinosa con un progenitor alcohólico con quien apenas se comunica, le cuesta mantener relaciones con otras personas, es inestable, emocionalmente inmadura, se recrea en sus manías, se lamenta, sueña con irse del pueblo, incluso lo planea, pero es incapaz de pasar a la acción en ninguna faceta de su vida, se deja llevar por la inercia de las costumbres y rutinas.
Curiosamente, a pesar de lo repetitivo que resulta, tal vez de forma deliberada, para enfatizar hasta qué punto se encuentra Eileen metida en un bucle autodestructivo, quizá sea la construcción de este personaje, con sus desagradables descripciones y pensamientos, que tanto pueden despertar empatía (momentánea) como antipatía (casi siempre), lo mejor de la novela, y la parte que más cerca está de resultar "perturbadora".
Los continuos apuntes, tanto sobre lo que es la actualidad de Eileen, cuya vida parece haber adquirido algún sentido, como acerca de lo que está a punto de pasar, lo que origina que por fin se decida a hacer algo, consiguen mantener el interés durante parte de la lectura, mientras se cree que puede llegar a ocurrir algo interesante, a pesar de las continuas digresiones carentes de interés y relevancia, o un detallismo excesivo en el relato de situaciones que no aportan nada.
La anunciada aparición estelar de Rebecca Saint John (sustituta de Randy, guarda de día y ex interno del reformatorio, en las fantasías obsesivas de la protagonista) y la relación que establece con Eileen (admiración, imitación, torpe cortejo, fascinación), es anticlimática, un mero catalizador para que, por fin, reaccione.
Lo que se podría definir como "thriller" ocupa el último 10% de la novela, y puede ser lo más decepcionante debido a su falta de credibilidad, a lo absurdo de las decisiones que toman los personajes implicados y a una resolución tan torpe como poco satisfactoria.
En resumen, "Mi nombre era Eileen" es una novela correctamente redactada, en la que no pasa casi nada, con exceso de texto y digresiones, al punto que algunos de los pasajes más repetitivos se pueden leer en diagonal sin perderse nada, que funciona únicamente en la construcción del personaje que le da título, alguien con quien resulta difícil simpatizar.
¿Qué te ha parecido la reseña? ¿Te apetece leer este libro? ¿Ya lo has leído? (Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. Gracias por tu opinión)