Son muchas las biopics que nos han presentado la pelea de un personaje histórico por alcanzar la justicia o el éxito, pero pocas veces se ha retratado la situación vivida por muchos indios de NorteAmérica que fueron obligados a abandonar sus tierras por el atropello del "hombre blanco". "Mi nombre es Te Ata" describe esa lamentable situación de manera transversal, desde el día a día de una familia Chickasaw que apuesta por la política y el diálogo para llegar al entendimiento.
Mary Frances Thompson, cuyo nombre artístico es Te Ata, fue la primera mujer india en acceder a la Universidad. Si bien, su mayor reconocimiento lo alcanzó a través del teatro con las miras siempre puestas en Broadway. Fue capaz de transmitir, concienciar y derribar las barreras que desde ciertos sectores envenenaban a la sociedad. La riqueza de la cultura y tradición indias se manifiesta en interpretaciones que describen leyendas de sus antepasados.
Te Ata fue una mujer luchadora y carismática que, pese a la oposición de su padre y de unos muros que parecían infranqueables, llegó a ser referente de un pueblo maltratado y oprimido. Nathan Frankowski acierta al narrar su historia desde la serenidad y la desdramatización y no porque pudiera restar importancia a la labor de Te Ata, más bien por lo contrario: realzar su actitud, los valores positivos y el camino interior que la guió a su destino.
Un título recomendable que ha llegado a nuestros cines este fin de semana para abrirnos los ojos a la tolerancia, el respeto y la cultura. Y que nunca dejen de contarnos historias para alimentar nuestra imaginación y nuestro conocimiento.
Por Dani Díaz (@cinedania)