Los cobardes mueren muchas veces antes de su verdadera muerte; los valientes prueban la muerte sólo una vez.
Con el respeto que nos merece Ricardo, no tenemos la culpa de su inestable carrera profesional y familiar. Es tiempo de poner ejemplo en una sociedad llena de personas falsas.
Estas personas no admiten errores y creen que debemos pedirle perdón por la manera incorrecta en que buscan argumentos para justificar sus metidas de pata.