Recordáis cuando el día del padre era festivo??. Cuando una semana antes en el colegio, preparabas un regalo y se ensayaba una función en homenaje al padre?. No comprendo como se puede retirar una día tan importante del santoral, el estar todos reunidos en la mesa, que se convertía en un centro de exposiciones, todos queríamos contar como nos estaba tratando la vida.
Cuando Juan Terrer me llamó para comentarme esta idea, de homenajear a nuestros padres, sabía que sería duro, por dos razones, hoy debería haber sido mi primer día como padre, el destino quiso que no fuera así, pero levantarse por la mañana sabiendo que hoy una personita, me abrazaría con todas sus fuerzas y que no puede ser así me desgarra en dos el corazón. La otra es que mi mejor amigo, mi hermano mayor no pudo luchar más y su cuerpo se rindió el día de mi cumpleaños como todos recordareis. Por una vez en mi vida estoy de cierta manera en la misma situación que mi padre.
Respondí a Juan rápidamente que no sería un artículo sino tres, el homenaje no debía ser una campaña de marketing, debía ser una oda al amor que procesa un padre a un hijo, teníamos una deuda pendiente, que debíamos subsanar, nuestros padres en la actualidad no serían hipsters o fashionistas, simplemente serían un reflejo de sí mismos, en mi caso, un hombre que trabajaba desde la salida del Sol, hasta su ocaso, para poder sacar adelante a cinco guerreros. La herencia que recibí de la elegancia, es proporcional a la ropa que tuve de heredar, pero siempre quería darle mi toque personal.
Repasando todos los álbumes familiares descubrí a un hombre elegante, comedido en su vestimenta, pero siempre a la moda, evitaré recordar dos fotografías con cierto calzado... Pero todo se le puede perdonar. En los años 60 las sastrerías copaban la forma de adquirir prendas, pequeños almacenes se querían hacer un hueco con prendas confeccionadas, sin perder un ápice de calidad. Mi padre siempre aparece en las imágenes con las medidas correctas y el talle adecuado, este país estaba cambiando, los urbanitas querían tener su hueco en la nueva sociedad.
No quise para este homenaje un traje liso, quería demostrar alegría, al igual que mis compañeros, que el estilo fluyera desde el tejido, debía ser el protagonista, un cuadro ventana, era la elección. Sabía como quería todos los detalles del traje, mi imaginación iba más rápida que mis palabras, José Manuel debía pararme para poder repetir los detalles. Quería evitar el cinturón, no como moda, pensé que era parte importante reflejar ese matiz de la elegancia tradicional, no quería ver trabillas, unos ajustadores, debían ser suficientes. El pantalón debía carecer de vueltas, mi cabeza me decía que con ellas, pero soy excesivamente maniático.
La americana es un fiel reflejo de mi persona, sin arrugas por la espalda, completamente lisa, los encuentros firmes, los hombros rectos. Los principios de un hombre son importantes y aprendí que las cargas deben llevarse siempre en las espaldas de uno mismo, no en las de otro. La espalda debía ser limpia, entallada, pero ligera, justa pero amplia. Y Tom Black lo ha conseguido.
Tanto el pecho como el estómago de la americana, son un impecables, La largura tanto de americana como de mangas es perfecta, no deseaba que fuera muy corta, tenía miedo a parecer todavía más bajo de lo que soy.
Dejadme que en otro día, pueda mostraros todos los detalles técnicos del traje, como de la corbata, que ha sido un acierto por parte de Tom Black. Pero comprended que este homenaje sea un poco duro para mi.
Felicito a Tom Black al completo por esta idea, a Salva y a Javier por apoyarla sin concesiones, y a todos los que con vuestros comentarios, sin saberlo, habéis sido participes del mejor homenaje que se le puede realizar a nuestros padres. Si estuviéramos reunidos en una mesa, levantaría mi copa con todos vosotros y nuestras sonrisas serían el mejor de los brindis.