Mi parto: 1ª parte

Por Gracitata @Lactandoamando

No quería terminar la semana del parto respetado sin contar mi experiencia en el parto, en parte buena, en parte mala….a ratos…aunque lo que está claro es que se podría haber mejorado bastante.Sé que pensareis que mi parto no fue natural y lleváis tooooda la razón, pues no pudo ser, pero aún así intenté disfrutarlo todo cuanto pude.
Yo siempre he defendido el parto lo más natural posible, de hecho estaba super informada y concienciada del tipo de parto que yo quería tener, de hecho decidí parir en un hospital donde tenían un paritorio exclusivo para los partos verticales, era estupendo y acogedor, a mi me gustó tanto que tenía clarísimo que pariría allí. Además estaba super concienciada de que no me pondría la epidural en un principio pues tengo un pinzamiento en la espalda y me daba pánico la idea de quedarme peor. Pero al final, mi parto soñado no pudo ser aunque, como ya he dicho, intenté disfrutar al máximo de mi parto de todos modos. Os cuento mi experiencia.
Todo comenzó el 5 de marzo de 2010, cuando acudimos a la última cita de bienestar fetal que tenía en el hospital antes de salir de cuentas (estaba de 39 semanas). Llevaba un par de semanas notándome más húmeda de la cuenta y en la anterior cita de bienestar fetal a mi pequeño le costó espabilar.Esta vez no fue mejor, estuve dos horas y media con los monitores porque mi pequeño no se movía apenas, me dieron zumo con azúcar y nada, además de tener una enorme panza hasta el punto de que la matrona que estaba allí me preguntó si eran gemelos…Después de todo ese tiempo el obstetra me hizo una ecografía y observó dos cosas:Que mi hijo era enorme, cosa que ya sabíamos desde el principio (su circunferencia craneal de 39 semanas era de 37 cm).Por el otro es que tenía muy poco líquido amniótico y por eso no se podía mover y eso estaba causando que no le llegara suficiente oxígeno a veces y el ritmo cardiaco bajase demasiado. Seguramente, como me explicó, esas eran las humedades que yo notaba, y es que tenía una fisura en la bolsa.Así que el obstetra me dijo que podíamos esperar a que me pusiera de parto yo sola pero que no sólo el niño estaría más grande sino también con menos líquido, así que me aconsejaba que me indujeran el parto. No era mi parto soñado pero en parte me alegré, primero por que mi hijo no sufriera más ahí dentro taaan apretado y por la otra por tenerlo en mis brazos por fin. Me dijo que me ingresaban al día siguiente por la mañana a primera hora y comenzarían por ponerme prostaglandinas para inducirlo y si para el lunes no me había puesto de parto entonces me lo inducirían con oxitocina. Os confieso que yo estaba muerta de miedo y con mucha pena, todo mi parto soñado se había ido al garete, pero pensé que si era por el bien de mi pequeño todo valdría la pena.Y así fue, a las ocho de la mañana del día siguiente ahí estaba yo, ingresando en planta del hospital con más miedo que vergüenza junto a mi marido. Me hicieron una nueva revisión y me pusieron el “propes o proper” o como se diga. Me pusieron el monitor y ahí me quedé un buen rato mientras controlaban a mi pequeño.De momento todo bien, la gente parecía agradable y entre mi marido y yo conseguimos relajarnos un poco. Me trajeron el desayuno y al poco mi hijo comenzó a moverse un poquito, cosa nos animó y pronto comenzaron las contracciones, algo fuertes desde el principio, ya sabéis que cuando el parto se provoca las contracciones comienzan más fuertes. Ahí comenzó nuestro calvario, y es que a mi hijo le comenzó a bajar el ritmo cardiaco con cada contracción y no podéis imaginar nuestro pavor, pensar que a mi hijo le pasara algo….inimaginable, llegamos hasta a pensar que por qué no me hacían un cesárea ya y lo sacaban de ahí, pero al final y gracias a Dios no hizo falta.Los médicos y las matronas me dijeron que no me preocupara y que estuviera tranquila, que si ellos veían que mi hijo corría peligro serían los primeros en sacarlo de ahí así que les hice caso e intentamos relajarnos una vez más. Era sábado y recuerdo como mi marido puso los dibujos en la tele  y yo me puse el mp4 para escuchar un programa de radio que suelo escuchar siempre para reírme un rato si los dolores me lo permitían, y bueno, así fue pasando el día pesar de que mis contracciones eran cada vez más intensas y rítmicas. Me informaron de que a la tarde pasarían a quitarme la tirita de prostaglandinas y si lo necesitaba me pondrían otra. A las siete de la tarde vino una obstetra con cara de pocos amigos acompañada por otras dos chicas, yo me pregunté si sería una atracción pero bueno…no dije nada. La obstetra le pidió a mi marido y mi suegra que me acompañaban que  salieran de la habitación, sin mediar palabra me abrió las piernas y me hizo un tacto bastante brusco, retiró las prostaglandinas y yo con toda mi inocencia y mis ganas por ponerme de parto le pregunté que qué tal, ella me dijo de malos modos que seguía cerrado…todo ello sin sacar sus dedos de mí. De repente y sin previo aviso y yo creo que con mala leche comenzó a empujar el fondo de mi útero violentamente con sus dedos una y otra vez ante la atenta mirada de las otras, yo no podía hacer más que gritar y llorar de ese dolor  que os juro que era espantoso, que no sé cómo no le di una patada, por cierto, además de sentirme violada y humillada e impotente. Cuando esta señora (por llamarle de algún modo) terminó su “trabajo”  se fue sin mediar palabra una vez más.Cuando mi marido y mi suegra entraron de nuevo a la habitación me encontraron temblando como un flan y  llorando. Fue una experiencia totalmente horrible, más tarde mi marido me contó que cuando entró yo estaba como si me hubieran violado y es que fue así exactamente como yo me sentí.
Al poco tiempo comencé a sangrar y a tener unos dolores horribles además de unas contracciones muy dolorosas, cada vez más. Luego de pasear un rato para calmarme con mi marido otra vez a los monitores y así hasta la cena, y mi hijo seguía regular pero sus latidos eran más estables así que me quitaron las correas y me dejaron descansar toda la noche. Por suerte había una cama plegable para mi marido que se quedó allí a mi lado dormidito y yo intenté dormir pero pronto comenzaron las verdaderas contracciones de parto, cada cinco minutos….yo estaba súper feliz pensando en que faltaba menos, me pasé la noche dando paseos por la habitación y sentándome en el wc cosa que me calmaba el dolor, no sé por qué, y me dio pena despertar a mi marido, ¿qué iba a hacer el pobre?, además le iba a hacer falta descansar… Por la mañana nuevo tacto, y sorpresa, no sólo estaba de tan solo tres centímetros sino que el cuello del útero no se borraba, ¡estaba dilatando sin borrarse el cuello!, adivinad quién fue la causante…Me preguntaron si necesitaba un enema y le dije que no.(sigue leyendo la segunda parte  aquí)