He aprovechado estos días de vacaciones para darme un caprichito y por recomendación maternal he visitado a una osteópata de aquí de mi pueblo a la que ella misma acude y que según sus propias palabras parece que te quita todo el peso de la espalda de encima. El caso es que tamaño lujo, pensaba yo, se ha convertido en un calvario cual pasión de Cristo. El dolor indescriptible que siento en mis cervicales es comparable al sufrimiento de El de Nazaret. Sin poder moverme, sin poder estarme quieta, no soy capaz de estar recta pero tampoco estoy cómoda encorvada,si me tumbo malo,si me tumbo malo, si me siento regulero... Conclusión: esperaré al tercer día,que cual resurrección, es cuando dicen, las que ya han pasado por esto, que sientes un enorme alivio y ,supongo ,ascenderé a los cielos; porque si no es así, sinceramente no me compensa.