Hoy me gustaría hablaros de mi primer contacto con Spider-Man, como lo conocí hace ya muchos, muchos años. Quizás demasiados. Y también mostraros cuales fueron los primeros cómics suyos que cayeron en mis manos. Aquellos que me ayudaron a saberlo "todo" del personaje (bueno, o al menos un par de cosas), y que terminaron, en definitiva, por convertirme en el fan incondicional del arácnido que soy a día de hoy. Se trata, precisamente, de los dos que veis en la imagen que abre este artículo. Pero para hacerlo, habéis de permitirme que me remonte un poco en el tiempo (que para eso uno es un carroza tan nostálgico y sensiblero...).
Veréis: por aquellos días, España tenía sólo dos canales de televisión y los espacios infantiles duraban apenas un rato cada tarde (rato que los chavales paladeábamos con auténtica fruición, sabedores como eramos de su brevedad). Allí conocí al personaje, en una serie animada que aquí se llamó El Hombre Araña (en su día ya reseñada por mí en este enlace). No puedo asegurar la fecha exacta, pero en base a ciertos cálculos creo que debió ser hacia finales de 1980 (o primeros meses de 1981). Entonces yo tenía seis años (estaba en 2º de E.G.B.), y no me preguntéis por qué, pero aquel personaje caló realmente hondo en mi retina. ¡Aún recuerdo perfectamente como saltaba emocionado de un sofá a otro en casa de mi abuela (imaginando que eran azoteas) al ritmo de la mítica sintonía interpretada por el gran Memo Aguirre!
Debe tenerse en cuenta, que aunque Spider-Man era más o menos conocido en nuestro país desde 1969, año en que la recordada Ediciones Vértice (primera licenciataria de Marvel por estos fueros) iniciara la publicación de sus aventuras en blanco y negro, no sería hasta principios de los ochenta cuando realmente se hizo muy popular entre la chavalería española (coincidiendo con la emisión de la citada serie de animación).
La serie dio lugar a un popular álbum de cromos (también comentado en este enlace) que, como no, también coleccioné con auténtica pasión. Aunque costaba 35 pesetas, los distribuidores lo repartieron gratis en la puerta de mi colegio un día de 1981, y así fue como me hice con él. Aunque en su día no fui capaz de acabarlo, hoy puedo decir con orgullo que lo tengo completo.
Y así llegamos al tema de los cómics (que de aquella llamábamos simplemente tebeos). Recuerdo cuando -más o menos por la misma época del álbum de cromos- apareció en el escaparate del kiosko de Amancio (que era el kiosko de mi barrio) un precioso tomo de color verde con el personaje en portada. Su título: El Hombre-Araña Contra la Antorcha (obsérvese que nuevamente se presentaba su nombre traducido, práctica muy común en la España de aquellos años, y vigente aún hoy en diversos países hispanoamericanos). El caso es que mi corazón se puso a latir más deprisa en cuanto lo vi, y supe que tenía que hacerme con él a cualquier precio. Pero ese precio eran 210 pesetas, una cantidad imposible de asumir para mí con seis años, por lo que tuve que dar la tabarra hasta que me lo compraron. Pero no creáis por ello que un servidor fue uno de esos niños mimados que consiguen todo a golpe de pataletas. Todo lo contrario. En mi casa se vivía un ambiente bastante severo y que te compraran un capricho era algo tan frecuente como un eclipse solar. Prueba de ello es que pasé media vida soñando con tener una figura de acción articulada del personaje (me caía la baba contemplándolas en la sección de juguetes del Alcampo), pero NUNCA me la compraron. Hasta que no me emancipé con veintitantos años no me compré la primera.
En las páginas de este tomo me encontré una interesante historia en la que Spider-Man (bueno, El Hombre-Araña) se enfrentaba a La Antorcha Humana (personaje de Los 4 Fantásticos) a causa de un maléfico plan urdido al alimón por El Mago y Mysterio (villanos respectivos del cuarteto y del arácnido). En su momento yo no lo sabía, pero muchos años después descubrí que dicha historia corresponde al 4º anual de Amazing Spider-Man, de noviembre de 1967, titulado The Web and The Flame (La Telaraña y La Llama) con guión de Stan Lee y dibujo de su hermano Larry Lieber. Lo curioso del caso es que, en vez de usar la portada original (supongo que querrían ahorrarse el pagar por ella a Marvel), crearon una "portada" desde cero reproduciendo una viñeta interior.
También, como complemento, los chicos de Montena tuvieron el acierto de incluir al final una historia de Daredevil titulada Muerte en dos Tiempos, en la que el héroe ha de enfrentarse al Escarabajo y a Gladiador (Daredevil #140, diciembre de 1976), con guión de Bill Mantlo y dibujo de Sal Buscema.
Aunque, como ya podréis suponer, me gustaba bastante más la historia principal del tomo, huelga decir que la de Daredevil también llegué a leerla docenas de veces (no en vano fue con ella con la que conocí por vez primera tanto al "Hombre sin Miedo" como a los villanos con los que allí se enfrenta).
La preciosa ilustración de la contraportada fue extraída del Marvel Treasury Edition #9, obra de mis admirados Gil Kane y John Romita Sr.
Por aquellos días también coincidió el estreno (¿o quizás reestreno?) en uno de los cines de mi localidad (el hoy desaparecido Cine Avenida, para más señas) de una supuesta película de acción real (es decir, con actores de carne y hueso), del que ya era, sin duda, mi personaje favorito. Se titulaba Spiderman: El Desafío del Dragón. Una producción barata y mediocre, protagonizada por Nicholas Hammond que, sin embargo, a mi en aquel momento me alucinó. ¿Qué queréis que os diga? ¿que salí del cine fingiendo tirar telarañas y flipando en colores? Pues no lo voy a negar. Así fue. Lo de la falta de presupuesto y todo eso lo percibimos hoy. Pero entonces... ¡era lo mejor del mundo! Sin duda alguna en aquel momento esta película afianzó aún más mi obsesión por el "cabeza de red".Si queréis saber más sobre este título (que hoy tengo original en VHS), pinchad en este enlace.
Cabe mencionar que la edición de Bruguera fue bastante desastrosa (ya que cada ejemplar español metía dos números americanos reunidos para la ocasión de cualquier forma, saltando adelante y atrás en el tiempo y sin respetar lo más mínimo la cronología, originando el consiguiente desastre argumental). Sin embargo, aquí tuve la gran suerte de que este ejemplar recogiera dos números perfectamente correlativos, y que además el segundo de ellos cerrara una trama abierta en el primero. Como dije anteriormente, narraba el primer encuentro del Trepamuros con el siempre malhumorado Namor (llamado aquí Mariner), así como el origen de Hydro-Man (llamado aquí Hidromano). Este tebeo me sirvió también para conocer a ambos personajes (de los que hasta entonces nunca había oído siquiera hablar). Los episodios contenidos eran Amazing Spider-Man #211 y #212 (diciembre de 1980 y enero de 1981), ambos con guión de Dennis O´neil y dibujo de John Romita (junior). El primero de ellos, con 3 páginas menos que el original americano.
Como anécdota os diré que la portada me parecía (y me sigue pareciendo) realmente preciosa, con algo hipnótico que no me permitía dejar de contemplarla con gran atención durante un buen rato, observando detenidamente cada uno de los pequeños detalles. ¿No os parece maravilloso como Namor sale del mar como una exhalación, elevándose a las alturas en décimas de segundo para propinar un brutal golpe al arácnido, mientras mucho más abajo (sobre la cubierta del barco) los marineros contemplan atónitos la escena? ¡Como me gustaba el John Romita Jr. de los tiempos en que trataba de aproximarse al increíble trazo de su excelso padre!
El tebeo tenía 52 páginas, ya que aparte de los dos episodios mencionados de Amazing también contenía, como complemento, una historia (aunque fragmentada) de Spider-Woman.
Por otra parte, os diré que con el tiempo incluso llegué a tener mi propio disfraz arácnido (me lo echaron los Reyes Magos) aunque les costó dos o tres años decidirse (pero yo, inasequible al desaliento, no me cansaba de pedirlo un año detrás de otro). Cuando al fin llegó, he de reconocer que -pese a ciertos fallos en su diseño- (¡como me repateaba que tuviera manoplas en vez de guantes, o la máscara con la boca al descubierto!), lo cierto es que enfundado en él mi imaginación llego a crear infinidad de historias inolvidables.
Y en definitiva, amigos, estos fueron mis primeros contactos con Spider-Man, culpables, a la larga, de que acabara teniendo la práctica totalidad de sus cómics, o de que terminara creando el blog que ahora mismo estás leyendo.
Y para vosotros... ¿Cual fue vuestro primer contacto con Spider-Man?