16 de octubre Cuando este verano empecé a entrenar descalzo por Galicia me propuse ratificar el tema con una carrera de 10 km. Probar a correr descalzo en terreno no conocido, entre la “multitud” y manteniendo un ritmo fuerte. Después de las vacaciones de verano, ya por mi ciudad, seguí entrenando descalzo por asfalto algunos domingos, e incluso me metí a la pista de atletismo un par de veces a hacer series. No estaba todavía muy en forma, he cogido unos cuantos kilos, pero no quería demorar mucho más la carrera por temor a la llegada del frío. Así que, viendo el calendario de carreras populares, me decidí por correr la Carrera de la Ciencia. Nunca la había corrido y tenía ganas. Es una clásica que lleva ya 36 ediciones. El recorrido discurre por el Paseo de la Castellana, Calle Serrano y alrededores, a priori parecía buen asfalto.
Previos
El día de la carrera llegué con tiempo para recoger el dorsal y sondear el ambiente. Tengo que reconocer que cada vez me gustan menos las carreras populares de Madrid, primero por el hecho de tener que madrugar, desplazarte hasta la carrera, aparcar corren entre una multitud y encima tener que pagar por correr y, segundo, porque cada vez me siento más alejado del ambiente “runner” que se respira en esas pruebas, tanto “entendido”, tanto “superman” que no “encuentra” sus límites por más que los busca, tanto “no hay dolor”… En fin, no va conmigo, prefiero correr por el campo y disfrutar de ello sin más, pero bueno, quería experimentar esa sensación de correr descalzo una carrera popular. Estuve observando un rato a los sabios del lugar, como exponían sus conocimientos, como calentaban, como estiraban,… y a falta de un cuarto de hora para la carrera decidí que ya era la hora de quitarse el chándal, guardar las zapatillas y empezar a tomar contacto con el asfalto. A pesar de que hacía “fresquito”, no noté frio en los pies, sí noté el asfalto rugoso. Empecé a trotar por la calle Serrano siguiendo el circuito de calentamiento que formaban el resto de corredores. Tras dar unas cuantas vueltas empezaba a confirmar que efectivamente el asfalto de Madrid no es el de Rivas ni el de las carreteras de Galicia. Aunque a la vista parece suave y amable, al tacto es más abrasivo, el caso es que notaba en los pies una ligera “quemazón”, poca pero que me hacía temer sobre lo que pasaría en la carrera. 10 kilómetros descalzo ya había hecho en entrenamientos varias veces pero a tope nunca y menos por este asfalto. Días atrás había pensado si llevar colgadas las sandalias de la cintura, pero decidí que no, para qué las iba a llevar si pasara lo que pasara no me las voy a poner. A falta de unos minutos todos los corredores se fueron apretando hacia la línea de salida, yo preferí quedarme en la parte trasera, al final del todo. Nunca había corrido descalzo y tenía miedo de que al ponerme más adelante, entre la masa, me pudieran pisar. A lo largo de la carrera comprendí que fue un error.La carrera
A las 9 se dio la salida, habría unos 5000 corredores por los números que había visto en la entrega de dorsales. Al estar yo atrás del todo tardé más de 4 minutos en pasar por la línea de salida y empezar a correr. Durante los dos primeros kilómetros por la calle Serrano el desnivel era ligeramente favorable pero apenas se podía correr. Había muchos corredores con ritmo muy lento y era complicado ir pasándolos. Como podía iba haciendo zigzag y adelantándoles. Ya empezaba a oír a mis espaldas los primeros comentarios de “mira ese!”, “si va descalzo!”, etc. Al final de la calle Serano encontramos el primer embotellamiento para coger la Calle Recoletos, muy estrecha, hasta salir al lateral del Paseo de Recoletos. Por este motivo el kilómetro 3 fue el más lento de toda la carrera. Los siguientes kilómetros, hasta poco antes del 7, fueron todos por el Paseo de la Castellana, pero por el lateral, por lo que no íbamos muy cómodos al ser una carrera tan multitudinaria. Seguía haciendo eslalon a derecha e izquierda con los consecuentes frenazos y acelerones para poder ir adelantando corredores. Durante este tramo me tranquilizó sentir que mis pies iban bien, de hecho, a veces olvidaba que iba descalzo salvo por algún comentario de algunos de los corredores a los que iba pasando. Estaba centrado en la carrera y en intentar aumentar el ritmo, pero entre lo difícil que era adelantar, el pequeño desnivel que tiene la Castellana de subida y mi exceso de equipaje en forma de grasa abdominal no conseguía bajar mucho de los 5 minutos/kilómetro. En el kilómetro 5 estaba el “escaso” avituallamiento, pocas mesas y pocas personas entregando agua. No pude coger ninguna botella en marcha y pasé de parar. El terreno mojado lo paso sin problema, no noto ninguna falta de agarre en los pies. Llegamos a Cuzco y dejamos el lateral de la Castellana para subir Alberto Alcocer y después Príncipe de Vergara para enlazar con Serrano. A partir del kilómetro siete y medio aproximadamente el desnivel empieza a ser ligeramente favorable y el grupo de corredores al que he llegado ya es más rápido por lo que noto que puedo aumentar el ritmo a los 4:30 aproximadamente. Los pies los sigo notando bien, sin problemas, fuertes, da gusto pisar, diría que me voy divirtiendo clavando la garra en el suelo y empujando, jajaja. No había visto ningún minimalista en toda la carrera hasta después del kilómetro 8 que vi a lo lejos un corredor con fivefingers. Llevaba más o menos mi ritmo, por lo que tuve que apretar un poco para pillarle y saludarle. Me pongo a su altura y le saludo pero ya por la inercia sigo aumentando el ritmo y le dejo atrás hasta entrar tan contento en meta. ¡¡Primera carrera descalzo terminada!!Al final me salió un tiempo neto de 48:38, un par de minutos por encima de mi mejor tiempo en 10K pero el objetivo de hoy no era el tiempo sino vivir la experiencia de terminar una carrera descalzo. Satisfecho de haber conseguido el objetivo y además por debajo de los 50 min. Esperé al compañero minimalista y bajamos juntos charlando a recoger la bolsa del corredor (floja, no hay agua, solo “guarrerade” y no quedan camisetas de mi talla). Una foto de pies negros y pa’casa.
Ya en casa, tras la ducha y la limpieza de la negrura de los pies con piedra pómez, jajaja observo que tengo las plantas perfectamente. Los dedos algo más sensibles, hay dos del pie izquierdo que me da la sensación de que me va a salir una ampolla, pero no, el día después no hay ninguna ampolla y puedo andar perfectamente y en días posteriores tampoco aparece nada, puedo entrenar con normalidad.
Veo en la clasificación que han entrado en meta 4.176 corredores (no sé si había tiempo de corte, da la impresión de que sí, que era de 1:30 horas, o sea que igual entraron más fuera de tiempo). Yo llegué en la posición 1826. Al salir prácticamente el último quiere decir que adelanté al menos a 2.350 corredores.
Objetivo cumplido, quiera vivir esta experiencia y ya lo he hecho. No creo que me convierta en corredor exclusivamente descalzo. A veces me apetece correr descalzo y me gusta hacerlo, otras veces me gusta más correr con sandalias, sobre todo por el campo. Seguramente siga corriendo con sandalias habitualmente y descalzo cuando me apetezca o el terreno me invite. Quien sabe, igual la próxima primavera me da por prepararme una media maratón descalzo.