Mi primera ponencia y la arqueología de la tarta de fresa

Por Jesus Martin Alonso @lure_arqueo

Escrito por el Arqueologo Jesus Martin

Hoy os quiero contar mi primera experiencia como ponente. Se trataba de la Reunión de Arqueología Madrileña (RAM) organizadas por la Dirección General de Patrimonio Histórico  y el Colegio de Arqueólogos de Madrid, que por cierto, estrenan web. Fue un día muy intenso, de muchos nervios, de reencuentros y de mil vivencias y conversaciones siempre enriquecedoras con colegas de profesión.

¿Cómo empezó todo?

Si, ya sé que tenemos cierta edad como para no haber dado nunca una ponencia/charla a nadie. Es para darme unas cuantas collejas y reprovarme por mi falta de compromiso con la difusión del patrimonio y la arqueología en este sentido. Pero estamos cambiando, vamos por ese camino.

Que fuera mi primera conferencia es un poco mentira y un poco verdad. La última vez (y esa si que fue la primera) que tuve la oportunidad de dar una charla fue para el Ayuntamiento de Galapagar hace ya unos años, concretamente en el 2011. Pero no era lo mismo. La mayoría no eran colegas de profesión sino personas interesadas por la Historia y la Arqueología de este municipio. No quiero decir con ello que fuera una experiencia fácil, ni mucho menos.

El caso es que se pusieron en contacto conmigo via email la Dirección General instándonos a presentar una ponencia sobre una excavación arqueológica que realizamos en el año 2011 y de la que acabamos de entregar la memoria, si lo se, un poco tarde, pero entregada está para su consulta

Unos días después me llamó Pablo Guerra (del Colegio de Arqueólogos) para invitarme a dar la charla de manera tan convincente, o a lo mejor es que me pilló con las defensas bajas, o a lo mejor es que no se decir que no, o que ese día me apetecía romper mis barreras y lanzarme a la piscina, el caso es que le dije que contara conmigo.

El tema: Las Zorreras: Un yacimiento de la Edad del Hierro en El Escorial

El tema de la ponencia estaba claro. No era una elección. Como ya he dicho trataba sobre una intervención arqueológica en el marco de la construcción de una línea eléctrica que pasaba cerca, y finalmente comprobamos que afectó, al yacimiento arqueológico de Las Zorreras en el Término Municipal de El Escorial.

No os voy a contar la charla porque, a quien le interese, puede ver la presentación que preparamos  en formato de Prezi un poco más abajo. Si te surge cualquier duda, o quieres que te aclaremos algo de lo que encontramos, escríbenos en los comentarios de este post. Estaremos encantados de poder resolver todas las preguntas que nos hagas.

Aquí tenéis la presentación

¿Qué es más importante el contenido o la forma de contarlo?

He de reconocer que cuando acudí a las Jornadas de Patrimonio del año pasado (las de este año aun no se han celebrado) me sorprendió mucho la forma de presentar que tenemos los arqueólogos. Lo resumiré aquí pero puedes ver las reflexiones acerca del tema en este artículo.

El caso es que se expusieron cosas realmente muy interesantes con investigaciones detrás impresionantes por su magnitud y por los resultados obtenidos. Pero no creo que estar detrás de una gran mesa y leyendo los textos, sea una buena manera de exponer todo ese conocimiento. Es, bajo mi punto de vista, una forma anticuada de dar conferencias.

Y por ello, aunque era la primera (o casi) vez que iba a dar una charla de esta magnitud, y consciente de mis limitaciones científicas si tenemos en cuenta a verdaderos maestros que me precedieron y me sucedieron, decidí coger el “toro por los cuernos” (no soy muy taurino como véis) y dar la charla de pie. Me pusieron un micrófono de solapa y me subí al estrado. Este era mi estado 10 minutos antes:

No tuve más remedio que estar detrás de la mesa (no había sitio por delante) y no moverme mucho ya que corría el riesgo de tapar la pantalla, pero hice toda la presentación de pie. Y no sólo eso, sino que quise dar una charla desenfadada, llana, sin mucha palabrería y cientifismo, como yo soy, sin más.

Sé que a muchos colegas no les gustó, pero me es igual. Yo quería hacer algo diferente y lo hice. Lo malo: que fui el último, si, el último de una jornada que había abierto sus puertas a las 10 de la mañana y eran ya las 9 y pico cuando empezó la mía…decir que no tenía un público muy numeroso y, desde luego, no estaba muy entregado.

Pero me dio igual, había conseguido dar una charla delante de colegas de profesión en el marco incomparable del patio del Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares, de pié y con una presentación desenfadada. Estaba orgulloso de mi mismo, porque me había superado, había salido de mi zona de confort.

La arqueología de la “tarta de fresa”

Como siempre lo mejor no fueron las conferencias sino los reencuentros con arqueólogos y amigos que llevaba muchos años sin ver ni saber de ellos. No paré de hablar con todo el mundo desde mi filosofía actual de que es mucho mejor la unión que la competitividad salvaje y despiadada. Es mejor la colaboración que la crítica destructiva que no nos lleva a ninguna parte.

Y por exponer estas ideas, algunos colegas me dijeron, entre risas, que estaba en una arqueología de la tarta de fresa. Y me encantó la expresión. Y me dijeron que era mucho mejor, que siguiera así…y les haré caso.

Vi que mucha gente joven está llena de proyectos, a cada cual más interesante y raro. Que tienen una terrible falta de tiempo por estar hasta arriba de trabajo (si Jaime, me refiero a ti) y gente de otra generación con ganas de cambiar las cosas: que el colegio sea una plataforma de unión entre arqueólogos.

Y finalmente otros arqueólogos, grandes científicos, que denostan las redes sociales (es triste ver como el hashtag de #RAM2014 no tuvo apenas seguimiento) y que se han quedado atrás en cuanto a ese mundo se refiere no llegando a entender que es una forma de comunicación entre arqueólogos a tiempo real. Que fomenta la unión entre nosotros y el avance científico a un ritmo cada vez mayor.

¿Por qué la arqueología  tiene que estar enfrentada a las redes sociales como facebook o twitter?

¿Qué nos llevamos?

Bueno, a parte de lo evidente, una bonita carpeta y las tres últimas Jornadas en formato digital, nos llevamos una gran experiencia. Haber roto fronteras, haber recuperado contactos (emails de por medio) y la creencia de que se pueden cambiar las cosas si uno se lo propone.

Ahh y también nos regalaron el libro “Recuperando el Pasado: La prehistoria reciente en la depresión Prados-Guatén (Comunidad de Madrid)” editado por Audema y nos llevamos (este pagando y gustosamente) un ejemplar de “El Hallazgo, la historia real de un arqueólogo ficticio” de nuestro amigo Pablo Guerra.

Y una reflexión final:

Otra arqueología es posible y por ello luchamos día a día.