Mi realidad se deshace peligrosamente: “Joe el bárbaro”, literatura juvenil según Grant Morrison en Ultramundo

Publicado el 05 enero 2012 por Esbilla

Aparece en Ultramundo una reseña (con alguna fea errata, ruego se disculpe) sobre la deliciosa serie limitada de cotidianeidad fantaheróica Joe el bárbaro. Trabajo de Grant Morrison y Sean Murphy para Vertigo que no merece pasar desapercibido dentro de la ya vasta obra de su factotum pese a la apariencia de trabajo menor que trae a modo de marca:

Joe el bárbaro:

*Grant Morrison es un raro espécimen en el mundo comiquero actual, capaz de moverse en diferentes distancias. Un escritor, de los contados, que sabe lo que valen 24 páginas, incluso en diferentes niveles de lectura y-o percepción, sin que ello parezca afectar ni a su estatus ni a sus obsesiones, las cuales invariablemente giran sobre la multiplicidad de realidades; lo mismo en fricción, en colisión o en alternancia como es el caso de Joe el bárbaro. Una de esas supuestas obras menores las cuales en su, aparente, sencillez, y en su, auténtica, depuración suelen explicar a un autor de forma más directa que las canónicamente mayores. Embarcado siempre, pero de manera más explícita desde su etapa ya medio concluida al frente de Batman, en escribir los tebeos de hoy como ayer (o viceversa) Morrison aplica en el sello Vértigo lo que con brillantez había logrado dentro de la DC superheróica en sus mejores momentos batmanianos –los números junto a J.H. Williams III o la fantabulosa Batman y Robin- y, principalmente, en el ya clásico All-Star Superman, perfecta aleación del ayer y el hoy en la cual supera las tentaciones posmodernas a golpe de sentido de la maravilla y total ausencia de cinismo o ironía, que no de sentido del humor.(…) Este Morrison, menos prestigioso con la excepción del mencionado Superman, no es ni mucho menos un autor claudicante que tira por el camino fácil. Al contrario, es uno consciente y en dominio de sus habilidades, dueño ya de un oficio que no necesita exhibir y que por lo tanto puede dedicarse a explorar unos lenguajes menos alambicados, abstrusos en su caso, sin que ello suponga, más que superficialmente, una merma de personalidad. Por si fuera poco, esta manera de hacer y dirigirse dentro del tebeo comercial americano aparece hoy como la más vanguardista y desafiante dentro de los apretados cauces de un mundillo en proceso de creatividad comatosa. Esta serie dividida en 8 primorosos números es, por ejemplo, tan metaficcional como puedan serlo otros títulos del guionista, pero ahora no siente la necesidad de colocarse a él y al recurso en primer plano, manteniéndolo por el contrario, como elegante columna vertebral del tebeo: todo el sucede, a lo largo de una sola noche, en una mundo alucinado de fantasía heroica cacharrera que el protagonista, Joseph, crea con los materiales cotidianos que han estado presentes desde la primera viñeta, aquella en la que le vemos dibujar a un caballero con armadura negra, a su vez trasunto simbólico de su propio padre: un soldado caído en Afganistán. (…)
(…) Pero además, en una de esas muestras de enjundia que atraviesan un tebeo que merece varias revisiones, Morrison no se conforma con el intercambio de mundos, ni siquiera con el juego simbólico, sino que da un paso más mitologizando la cotidianeidad, por medio de la épica, y cotidianeizando la fantasía, gracias al humor disolvente.
(…)su ya larga asociación con una narrador tan cristalino comoFrank Quitely le ha enseñado que la claridad no riñe con la experimentación y que, muy al contrario, ayuda a que lo complejo se lea como si no lo fuese. En este sentido funciona la magnífica diagramación de página que entrega Murphy, ambos son capaces de plantear un comienzo puramente visual, prescindiendo por igual de diálogos y textos de apoyo sin que esto suponga que el lector pasa las páginas como si nada. Muy al contario cada una requiere atención al detalle, narrativo y no ornamental y al ritmo, medido para buscar un efecto y no alargado para rellenar páginas. (…)De trazo ágil, expresivo, desmañado solo a primera vista, muy bien caracterizado, estilizado para no dar sensación de abigarramiento pese a la multitud de elementos que introduce en cuadro, alegremente cartoon pero proporcionado de forma magistral. Espectacular cuando se necesita (el tebeo está punteado de splash pages; brillante la del ataque del perro cuyo plano, en el mundo fantástico, esta en el anverso de la página, y su contra-plano, en el mundo real, en el reverso, efecto logrado mediante un cambio de eje formidable), limpio siempre, creativo sin entorpecer al lectura.(…) una lectura deliciosa, emocionante, según ese clasicismo renovado que ahora es el territorio de experimentación de Morrison.*

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