Un ramo de flores, algo que un hombre nunca espera pero que me parece lo más, junto con una botella de un buen vino, reserva del 2004. Esto junto con una buena cena que hemos resevado en Ichiban, uno de nuestros restaurantes japoneses preferidos de la capital. ¡Os lo cuento por si aun no sabíais qué regalar! Estáis a tiempo :)
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