La verdad que la vida da muchas vueltas y es curioso cómo suceden cosas que a veces ni esperamos. Hace algo más de un año yo estaba en España escribiendo un antiguo post sobre mi estancia en Gran Bretaña en el año 2001 (Gran Bretaña 2001) y en la tercera parte de ese post hablaba de mi vida en Edimburgo. Por entonces ni me podía imaginar que regresaría aquí este año; sabía que me quería marchar de nuevo de España pero aún no sabía dónde. En febrero de este año me fui a Londres un poco a la desesperada, sin estar muy convencida, sólo por salir de España y probar suerte en algún lugar del extranjero. Londres no me convenció lo suficiente como para quedarme definitivamente, así que después de 6 meses allí, tomé la decisión de ir a Edimburgo a estudiar un máster.
El día 1 de septiembre fue mi último día en Londres y fue además un día de lo más estresante. Ese día tenía un taller hasta las cinco de la tarde y después fui a casa a terminar de hacer el equipaje y cenar, antes de ir a la estación de autobuses de Victoria para coger mi autobús nocturno a Edimburgo. Salí con el tiempo demasiado justo, cargada de bolsas y maletas, y sin ayuda alguna fui caminando hasta la parada de autobús donde iba a coger el autobús hasta Victoria. No me planifiqué nada bien; primero porque debí haber pedido ayuda a algún amigo para ayudarme a llevar mi equipaje hasta Victoria (cuando salí de casa me di cuenta de que realmente yo no podía con todo aquello) y segundo porque debí haber salido antes de casa. No me gusta nada dejar un sitio donde he vivido con estas carreras, y no es la primera vez que me pasa, algún día aprenderé, espero.
La razón de ir en autobús era porque me salía más barato si tenía que llevar mis cosas para allá. De todas formas, todo no podía llevar, así que a finales de mes volvería a Londres a por el resto de mis cosas. Cuando me bajé del autobús en Victoria, no tenía muy claro hacia donde tenía que caminar para ir a la estación de autobuses, y sólo quedaban diez minutos para que saliera mi autobús a Edimburgo. Se me ocurrió preguntar a un chico y dio la casualidad que él iba para allá. Al escuchar su acento me di cuenta de que era escocés. Me vio tan apurada con el equipaje, que se ofreció a llevarme un bolso y yo le seguí hasta la estación. Si no hubiera sido por él no hubiera cogido el autobús; llegué por los pelos, cuando ya estaba a punto de salir. Estaba tan agradecida que le di un abrazo, no pude evitarlo; fue uno de estos ángeles que te encuentras en los viajes.
Después de una larga noche en el autobús, llegamos a Escocia al amanecer del 2 de septiembre, domingo. Al abrir los ojos y ver los verdes campos, con algunas ovejitas aquí y allá, no pude evitar emocionarme; ya estábamos en tierras escocesas. Aunque el paisaje es parecido al inglés, hay algo en el ambiente distinto, no sé cómo describirlo, pero podía sentirlo. Me puse música celta en el mp3 para acompañar el momento y mientras pensaba que habían pasado diez años desde que estuve en estas tierras a las que tanto amaba. ¿Cómo tardé tanto en volver? Estaba entretenida visitando otros lugares, el mundo es tan grande.
Al llegar a Edimburgo y ver la ciudad de nuevo, me emocioné también. Otra vez aquí, no podía creerlo, no sería un sueño. Cuando me bajé del autobús se acabó el sueño y vuelta a la realidad; tenía que llevar mi enorme equipaje hasta Leith, donde vivían los couchsurfers con los que me iba a quedar los primeros días. Caminé con mucho esfuerzo hasta la parada de autobús que quedaba como a diez minutos andando. Cuando llegó el número 7, me subí a él y a eso de las 9 de la mañana estaba llamando a la puerta de los couchsurfers.
Al llegar me encontré con que todos estaban durmiendo. Los “hosts” eran una pareja de recién casados y tenían a cuatro “guests” couchsurfers en ese momento. Me sentí un poco mal por llegar a esas horas, pero es que el autobús llegó a Edimburgo a las 7 de la mañana e incluso estuve un rato esperando en la estación para hacer tiempo. Poco a poco todos se fueron levantando y nos pusimos a desayunar. Ese día yo quería ir al festival Edinburgh Mela (un festival que celebra la cultura india) y que daba la casualidad que estaba cerca de allí. En agosto había estado en el London Mela y me encantó, así que este no me lo quería perder. Dos de los couchsurfers que allí estaban (una pareja de españoles) vinieron conmigo. Allí quedamos con otros couchsurfers con los que había contactado antes por email. A diferencia del London Mela que era gratis, en este tuvimos que pagar 3 € para entrar. El recinto era más pequeño que el de Londres y me pareció que había menos gente.
Por otro lado las actuaciones me parecieron casi mejor, excepto que no hubo ninguna de bhangra (y en Londres sí hubo bastante). Sólo pude hacer fotos de este grupo de Nepal porque luego se me acabó la batería. Me parecieron buenísimos y grabé varios videos de ellos también. Acababa de llegar a Edimburgo pero en ese momento me estaban entrando unas ganas de ir a Nepal que no os quiero contar, y es que es mi espinita clavada desde hace años (esperando la oportunidad de ir).
Por la noche quedé con un couchsurfer polaco (por cierto, en Edimburgo hay muchísimos polacos viviendo, son quizás los inmigrantes en mayor número, aunque los españoles creo que pronto vamos a ganar el record) para ver los fuegos artificiales. Daba la casualidad también de que ese mismo día tendrían lugar los mejores fuegos artificiales de todo el año, con motivo de la clausura del famoso Festival de Edimburgo. Aquí pongo algunas fotos para que os hagáis una idea de cómo eran.
Los siguientes días estuve muy ocupada buscando trabajo, piso y nuevos couchsurfers para el resto de los días que me quedaba allí (no había conseguido encontrar más que me ofrecieran alojamiento). Había venido diez días para preparar el terreno antes de empezar el máster a finales de septiembre, tras los cuáles me iba a Amsterdam y a España de vacaciones (unas dos semanas en total).
Me quedé tres días en casa de los couchsurfers de Leith, donde no tuve precisamente mi mejor experiencia couchsurfing (y no voy a entrar en detalles). En Leith no había estado nunca en mi vez anterior en Edimburgo. Por allí pasa el río, the Water of Leith, (yo que siempre pensé que en Edimburgo no había río), del que hice algunas fotos.
Un día me acerqué también a Ocean Terminal para ver un poco de la costa. Allí estaba el Royal Yacht Britannia, un enorme barco que fue utilizado por la familia real británica y sus invitados como alojamiento durante 40 años, del que dicen ser una de las mayores atracciones turísticas de Escocia. Yo sólo hice esta foto por fuera, ya que no estaba por la labor de gastarme dinero en la entrada.
Después de tres días en Leith, me marché a un hostel de la ciudad, Castle Rock (de la cadena MacBackpackers, donde ya me había alojando anteriormente durante mi viaje en Escocia). Por suerte sólo estuve una noche, ya que ese mismo día encontré unos couchsurfers muy amables que aceptaron mi solicitud de último minuto. Se trata de una pareja de jubilados muy activos y viajeros, que no pararon de sorprenderme desde el primer momento que los conocí. El día que llegué a su casa me recibieron con su ropa de trabajo de campo (hacían voluntariado ambiental con una ONG) y me invitaron a una estupenda pizza casera. Se llaman Kate y Rob, y fueron otros ángeles que vinieron en mi ayuda en momentos difíciles para mí. Me dejaron quedarme seis días en la habitación de su hija (que estudiaba en Estados Unidos), hasta que me fui a Amsterdam. Allí dejé mi equipaje el día que me fui de vacaciones y me ofrecieron quedarme parte del mes de octubre si para entonces no había encontrado piso.
Aparte de hacer mis gestiones durante aquellos días, también paseé por el centro de la ciudad y recorrí lugares que yo conocía muy bien de mi vez anterior. A pesar de todo, necesité un mapa los primeros días hasta que pude orientarme nuevo. Volví también a mi antiguo barrio un día, Tollcross, con la excusa de ir a ver un piso allí. Fue emocionante reencontrarme con todos aquellos lugares. Como no, también subí a Arthur’s Seat, famosa montaña de Edimburgo, de la que ya hablé en mi post del 2001. Como es un lugar tan especial y al que he ido en varias ocasiones, le dedicaré un post completo más adelante.
Llegó el 12 de septiembre, día en que me marchaba a Amsterdam, y no había conseguido encontrar piso ni trabajo. No me imaginé que fuera tan difícil, pero es que había mucha competencia. Edimburgo estaba ahora lleno de españoles que habían venido aquí en busca de oportunidades, además de gente de otras nacionalidades. También era el momento en que muchos estudiantes buscaban piso; vamos que yo no era ni la única española ni la única estudiante en la ciudad, como yo había muchísimos más.
Volví a Edimburgo el 26 de septiembre después de una corta estancia de una noche en Londres para coger el resto de mi equipaje. Cogí un vuelo de Madrid a Londres el 25 de septiembre. Había estado mirando vuelos de Easyjet para ir de Londres a Edimburgo el día 26, pero al final decidí volver a hacer el viaje en autobús ya que era más fácil para llevar mi equipaje. Parecía increíble que todavía me quedara tanto por llevar, cómo podía haber acumulado tanto equipaje en unos meses en Londres. No me quedó más remedio que coger un taxi esta vez para ir a la estación de Victoria (mi autobús salía a las 9 de la mañana y coger el metro en hora punta con todo aquel equipaje podía ser un suplicio por el que no estaba dispuesta a pasar). Esta vez llegué con tiempo de sobra a la estación de autobuses y estuve esperando casi una hora hasta que saliera el autobús a Edimburgo.
Hice el viaje de día, pasando por diversas ciudades inglesas en las que se bajaban y se subían viajeros. Llegamos a las 6:30 de la tarde a Edimburgo y decidí acometer la complicada tarea de llevar mi equipaje hasta la casa de Kate y Rob (por no molestarles, no les pedí ayuda). Menos mal que por el camino un señor me vio tan apurada, que se ofreció a llevarme uno de los bolsos hasta la misma puerta de la casa. La verdad que los escoceses son encantadores, qué gente tan dispuesta a ayudar (bueno, los ingleses me han ayudado en alguna ocasión en mis sucesivas mudanzas de Londres). Los primeros días no me podía quedar en casa de Kate y Rob porque tenían otros couchsurfers, así que estuve en casa de otras dos couchsurfers y una noche en un hostel.
Ese mismo día llegaban a Edimburgo mi querida amiga Susana (gran compañera de viaje que ha compartido conmigo los viajes de Marruecos, Polonia e India) y su hermana. Esa noche no pude verlas porque para cuando llegué a la casa de la nueva couchsurfer ya era muy tarde. Al día siguiente tenía el primer día del máster, que era una introducción donde nos iban a contar como sería todo. Por si no lo había mencionado antes, el máster que estoy estudiando es Ecoturismo, en la Universidad de Napier.
Después quedé con Susana y su hermana y empezamos a recorrer la ciudad. Ellas habían estado haciendo una visita guiada gratuita en español por la mañana. Se me ocurrió llevarlas a mi antiguo barrio, Tollcross, cruzando el campus de la Universidad de Edimburgo y los Meadows.
Al día siguiente tuve que volver a la universidad, esta vez para la introducción de uno de los módulos del máster y la matriculación. Luego quedé de nuevo con Susana y su hermana en el hostel de MacBackpackers de High Street (aquella noche me quedaba allí con ellas). Después de cenar salimos de pubs y fuimos con un chico español que trabajaba en el hostel (tanto este como el de Castle Rock estaba lleno de españoles que trabajaban allí) y que nos llevó de tour nocturno. Algunos pubs los conocía de antes pero otros eran nuevos para mí. Lo pasamos muy bien pero al final de la noche estaba agotada, después de tanta mudanza, comienzo del máster y caminata por la ciudad.
El sábado fuimos a Rosslyn (del que escribiré una entrada independiente) y el domingo llegó Blanca, mi amiga española de Londres, y con ella fuimos a Arthur’s Seat (como he dicho antes, publicaré una entrada dedicada completamente a este sitio).
Royal Mile con la catedral de St Giles al fondo
Royal Mile
Palacio de Holyrood
Castillo de Edimburgo
También nos acercamos a Portobello, lugar de la costa de Edimburgo que yo no había visitado antes.
El sábado por la noche fuimos a un ceilidh donde bailamos como cuatro horas hasta acabar por los suelos. Nos sorprendió mucha gente mayor con una energía tremenda que ya quisiéramos nosotras tener. A menudo los señores mayores con su kilt nos sacaban a bailar y nos daban tantas vueltas que acabábamos mareadas. Nos preguntábamos de dónde sacaban tanta energía aquellos señores, ¿sería del haggis?
Hablando de haggis, aprovechamos para probarlo (bueno, las albóndigas de haggis) y otros platos de la cocina escocesa. Para quien no lo sepa, el haggis es una mezcla de vísceras de oveja o cordero (pulmón, hígado y corazón) trituradas y mezcladas con cebolla, avena cocida, hierbas y especies, todo ello metido en en el estómado del animal y codido durante varias horas. Aquí pongo algunas fotos de las delicias que pudimos comer en aquellos días.
El domingo por la noche fuimos a un pub en Rose Street a escuchar música tradicional escocesa mientras nos tomábamos la deliciosa sidra de pera (lo siento, es que no me gusta la cerveza). Nos aventuramos después por la zona de Grassmarket donde entramos en algunos pubs con mucho ambiente.
Mis amigas se marcharon y yo entonces me mudé de nuevo a casa de Kate y Rob donde me pude quedar durante 20 días mientras buscaba piso. Ellos se fueron de vacaciones a España el 4 de octubre y yo me quedé sola en su casa. El trato era que yo podía quedarme allí sin pagar nada a cambio de cuidar a su gata.
Comenzamos el tour en Royal Mile y el primer sitio donde fuimos fue el Ayuntamiento de Edimburgo.
En este monumento castigaban a los ladrones
Catedral de St Giles
The Hub Cafe (en el edificio de una antigua iglesia)
Un museo del whisky
Entrada del Castillo de Edimburgo
Luego bajamos hasta Grassmarket, que antiguamente era un mercado de ganado y también se hacían ahí ejecuciones públicas.
Luego fuimos hasta donde está la famosa estatua de Greyfriars Bobby, el perrito que según la leyenda estuvo guardando la tumba de su dueño durante catorce años.
Después volvimos a George IV Bridge Street (donde está Greyfriars Bobby) para continuar la visita, pero nosotras nos teníamos que ir (la visita estaba resultando más larga de los esperado y yo tenía una cita en la universidad). Ellos iban a seguir hacia Princes Street y Rose Street.
Ahora no me puedo extender más pero me gustaría escribir un post algún día contando más historias y curiosidades sobre Edimburgo que escuché en este tour guiado, ya que creo que hay información suficiente para un post completo.
Con Jessica también probé más platos de cocina escocesa. Fuimos a uno de los pubs donde había comido con mis otras amigas, Royal Mile Tavern (donde hay descuento para estudiantes, y también hacen descuento a los que se quedan en el hostel de High Street). Esta vez probamos el pollo relleno de haggis acompañado con patatas y verduras varias, y también patata asada acompañada de judías con tomate.
El trabajo seguía sin salir, excepto algo ocasional de camarera, pero conseguí un préstamo para estudiantes de postgrado, con lo cual me pude relajar un poco más y centrarme en el máster. Llegaron días de mucho estudio y ahora sigo en ello, inmersa en mis “assignments” (trabajos que nos encargan hacer para evaluarnos, aquí no hay exámenes), pero contenta de estudiar algo que me gusta. Tengo en mente muchos posts interesantes que escribir sobre Edimburgo y distintos sitios que he visitado en esta ciudad tan fascinante. Poco a poco iré publicando posts, aunque tiempo no me sobra y quizás tengáis que esperar para poder verlos. Al menos ya está mi primer post, que es un comienzo y un pequeño adelanto de lo que vendrá.
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