Como de costumbre Responsabilidad se levantó, desayunó como todos, se abotonó la camisa como todos y emprendió su camino; por primera vez miró al cielo y se preguntó si el Padre había tomado el mismo té que solía hacer todos los días, luego se preguntó si su camisa era la correcta, si el desayuno era lo suficientemente sabroso, si había descansado lo que debía; y así siguió divagando por todo el camino. Se sentía inseguro, y ya su trabajo no tenía el mismo sentido que hace un par de días; su mayor problema no era tan gran problema, el solamente dejar de ser tan siquiera la Responsabilidad era mas que un simple problema. ¿Por qué debía de encaminar a los otros cuando en realidad su camino ya estaba cansado? ¿Por qué sujetar a los homicidas de sueños cuando los suyos ni siquiera existían?
¿Alguna vez te has preguntado lo cansados que deben de estar los ángeles de escuchar quejarte todo el día? Dios ha de tener también de vez en cuando su síndrome PMS, eso ha de ser seguro.
La tarea de Responsabilidad era muy sencilla, ¿recuerdas el momento de tu vida cuando todo parece ser pesado?, cansado, cuando tus deberes son lo suficientemente amplios como para agotarte, cuando un sueño te jala de tal manera que hasta tu cuerpo se balancea, ese preciso momento cuando tiemblas del miedo y la perdiz te deja por uno de los tantos caminos que no conoces, cuando te dejas morir en la eutanasia de la desesperación, la ocurrencia y la maldad se juntan para hacerte pecar, ese momento en el que decides hacer algo distinto con tu vida, ser diferente y caminar en sentido contrario fuera del cardumen, cuando el tráfico es tan inmenso que las horas de llegar a tu trabajo se convierten en piernas temblorinas y sudores fríos, cuando el día 15 llega y tu crédito esta al tope, al tope de tocar a tu puerta y desalojarte, cuando la cigüeña decide dejarte un encargo que en 9 meses se convertirá en tus próximos 50 años o más de preguntas, el preciso momento en el que dejas el suicidio por una charla de superación, la droga del amar a la persona prohibida por la que tendrás que cuidar por mucho tiempo más, por ese momento en el que la camisa azul que te prestaron se manchó. Podría enumerar muchos de los mil y un sentimientos en los que ha de trabajar la Responsabilidad, pero si de algo estoy segura es que nunca habías estado sólo.
Excepto hoy, hoy ha de ser el día C y el Padre sigue inventando un regaño más porque su ángel fiel acaba de cuestionarse lo mas preciado entre todos sus escritos y manuales: ¿Para qué y por qué vivir?