Mientras Palestina sigue sufriendo a diario las iniquidades israelíes, Israel sigue en pie de guerra, con su sabida prepotencia –justificada por la inmunidad que le conceden sus amigos occidentales, sobre todo los yanquis-- y excluyendo a todo el que no esté de acuerdo con sus planes expansionistas y de aniquilamiento del pueblo palestino.
Así, ante un poema del Nobel alemán Günter Grass ha reaccionado como sólo sabe hacerlo, con totalitarismo: declarándole persona non grata. Este es el poema:
Por qué guardo silencio, demasiado tiempo,
sobre lo que es manifiesto y se utilizaba
en juegos de guerra a cuyo final, supervivientes,
solo acabamos como notas a pie de página.
Es el supuesto derecho a un ataque preventivo
el que podría exterminar al pueblo iraní,
subyugado y conducido al júbilo organizado
por un fanfarrón,
porque en su jurisdicción se sospecha
la fabricación de una bomba atómica.
Pero ¿por qué me prohíbo nombrar
a ese otro país en el que
desde hace años —aunque mantenido en secreto—
se dispone de un creciente potencial nuclear,
fuera de control, ya que
es inaccesible a toda inspección?
El silencio general sobre ese hecho,
al que se ha sometido mi propio silencio,
lo siento como gravosa mentira
y coacción que amenaza castigar
en cuanto no se respeta;
“antisemitismo” se llama la condena.
Ahora, sin embargo, porque mi país,
alcanzado y llamado a capítulo una y otra vez
por crímenes muy propios
sin parangón alguno,
de nuevo y de forma rutinaria, aunque
enseguida calificada de reparación,
va a entregar a Israel otro submarino cuya especialidad
es dirigir ojivas aniquiladoras
hacia donde no se ha probado
la existencia de una sola bomba,
aunque se quiera aportar como prueba el temor...
digo lo que hay que decir.
¿Por qué he callado hasta ahora?
Porque creía que mi origen,
marcado por un estigma imborrable,
me prohibía atribuir ese hecho, como evidente,
al país de Israel, al que estoy unido
y quiero seguir estándolo.
¿Por qué solo ahora lo digo,
envejecido y con mi última tinta:
Israel, potencia nuclear, pone en peligro
una paz mundial ya de por sí quebradiza?
Porque hay que decir
lo que mañana podría ser demasiado tarde,
y porque —suficientemente incriminados como alemanes—
podríamos ser cómplices de un crimen
que es previsible, por lo que nuestra parte de culpa
no podría extinguirse
con ninguna de las excusas habituales.
Lo admito: no sigo callando
porque estoy harto
de la hipocresía de Occidente; cabe esperar además
que muchos se liberen del silencio, exijan
al causante de ese peligro visible que renuncie
al uso de la fuerza e insistan también
en que los gobiernos de ambos países permitan
el control permanente y sin trabas
por una instancia internacional
del potencial nuclear israelí
y de las instalaciones nucleares iraníes.
Solo así podremos ayudar a todos, israelíes y palestinos,
más aún, a todos los seres humanos que en esa región
ocupada por la demencia
viven enemistados codo con codo,
odiándose mutuamente,
y en definitiva también ayudarnos.
Un poema, que como se puede ver, sólo pide que el control que se trata de ejercer sobre la carrera nuclear iraní, se ejerza también sobre Israel, quien, como todo el mundo sabe, aunque se mantenga en secreto, cuenta con armas nucleares suministradas por el amigo americano.
El mero hecho de pedir igualdad de control en ambos países, le ha valido “ese honor” por parte de Israel. Ese Israel siempre belicoso y crecido al contar con la ayuda de Occidente.
No sólo se ataca la libertad de expresión, sino que se intenta eliminar a los críticos, estigmatizándoles con títulos deshonrosos, marcándoles como a reses, como medio para evitar que alguien más se atreva a criticarles.
El gobierno de Israel está vulnerando todas las resoluciones de la ONU, está violentando todos los acuerdos, y día a día está condenando al pueblo palestino a estar prisionero en su propia tierra, gracias a las armas; impidiendo violentamente cualquier manifestación o crítica que salga de allí.
Yo, me solidarizo con Gürten Grass y con el contenido de su poema y solicito que se dé el mismo trato a Israel que a Irán y que en ambos casos se permita desde una instancia internacional controlar la carrera nuclear de ambos estados, porque mañana puede ser tarde.
También mi solidaridad con Grass ante ese deshonor que han pretendido concederle desde Israel. Porque insulta quien puede y no quien quiere, e Israel no tiene moralmente ninguna autoridad para hacerlo. Por lo tanto, junto al intelectual alemán y por las mismas razones, yo también me autoproclamo persona non grata del gobierno israelí.
Salud y República