Mi última beta-HCG negativa

Por Clara Ingeniera @mamaingeniera

Ya sabéis de sobra que mi beta, en la que se sabría si Campeón había decidido quedarse o no, resultó ser negativa.

Desde el principio de la betaespera, yo creé una especie de barrera de protección, y no tuve el mismo flechazo con Campeón como el que tuve con Petri, por lo que me sentía realmente culpable. No obstante, la ausencia de síntomas, y más tarde, la aparición de los mismos síntomas de mi embarazo bioquímico, hicieron que me llegase a ilusionar (y no porque fuera un bioquímico, obvio, sino porque algo estuviera pasando en mi interior).

Vi el negativo mientras tenía a un cliente al teléfono. Imagináos. Tuve que seguir hablando, manteniendo el tipo, y trabajando media hora más. Yo sólo quería salir de allí, irme a casa, echarme en la cama y ¿llorar?

Realmente no sabía si quería llorar, porque no sentí nada. En un primer instante, algo dentro de mí, me agradeció haber creado esa barrera, ese sistema de defensa. En cuanto me encontré con maridín en casa y le vi la cara, todo se vino abajo. Y entonces empezaron los mares de lágrimas. Mi barrera se había venido abajo.

Entramos en la espiral de los por qués, de las injusticias.

De repente, unas 4 o 5 personas diferentes me comentan que no se puede sangrar en la transferencia embrionaria porque eso se carga al embrión directamente, y me empiezo a preguntar si en mi clínica serán tan ceporros como para haber echado a perder este intento.

Me pregunto si mi negativo se deberá por alguna causa más de mi cuerpo o es simplemente pura estadística, como el aborto bioquímico. Qué harta me tienen las estadísticas, en serio.

Maridín esta vez lo ha llevado muy mal. Por circunstancias de la vida y de su enfermedad, su día a día se basa en conseguir objetivos, es lo que le mantiene vivo, lo que le hace levantarse cada día. Conseguir ser padre era uno de los principales, incluso mucho antes de que yo pensase en ello. Él ahora está bien, y por eso mismo no hay tiempo que perder, pues no sabemos cómo estará en unos meses, o años.

Pero es que no hay tiempo que perder ni con él, ni con mis ovarios. Tenemos prisa, y es por muchos motivos, tanto físicos como psicológicos. Por eso, el “llegará cuando tenga que llegar“, no termina de apaciguarnos.

Mañana tenemos visita con la ginecóloga, y aunque en un primer momento dijimos que directamente volvíamos a intentarlo, voy a acorralarla y pedirle más pruebas, sobre todo para descartar un problema de implantación. No quiero malgastar nuestro último intento de esta primera FIV.

Por otro lado, he decidido acudir a mi médico de cabecera y pedirle que me derive a psicología.

Siempre me he negado a ir al psicólogo, y no será porque falta no me ha hecho. Pero es que eso de contarle mi vida a un desconocido, cuando el absoluto poder de mi mente lo tengo yo y nadie más, como que no. Pero esta vez, me estoy empezando a ver muy mal y necesito estar fuerte para seguir afrontando la infertilidad, así que voy a probar. Aunque fijo que cuando me den la primera cita ya estoy a punto de parir ;)

Mañana por la tarde-noche os contaré cómo ha ido la visita con la ginecóloga y a qué conclusiones hemos llegado, pues tengo la cita a las 20h. ¡Feliz lunes!